lunes, 23 de marzo de 2009

Ay amor, ya no me quieras tanto...


El cine de oro mexicano era para mí, hasta hace un año, un misterio, no había visto ninguna película de Pedro Infante, Jorge Negrete, Cantinflas, o Mauricio Garcés. Sabía de su existencia, e inclusive los títulos de algunas películas, pero mi educación no me permitía verlas (mi papá todavía se estremece cuando piensa en que podría ver alguna); sin embargo, muchas de ellas influyeron en mi vida de manera indirecta.

Crecí en un ambiente bolerezco, mi abuelo siempre ha escuchado el Fonógrafo y cantado (con la entonación que nos caracteriza) todas las canciones. Creo que sólo dos veces en mi vida he escuchado una versión grabada de Amorcito Corazón, y por supuesto, no tenía idea de su procedencia. El año pasado, tuve el valor de ver Nosotros los pobres y, tengo que confesarlo, me fascinó, un melodrama maravilloso, lleno de trágicas historias, con actuaciones cuasi-fársicas (porque no creo que nadie haya hablado así alguna vez ni que esa sea una actuación realista) que cautivaron cada segundo mi corazón necesitado de tragedia. Poco tiempo después, vi Pepe el Toro (sé que debí ver antes Ustedes los ricos y Los ricos también lloran, pero esas no las tenemos) y sentí lo mismo, un amor edípico hacia Pepe el Toro cantando el Oso Carpintero y mucho dolor en cada escena trágica.

Ahora, con conocimiento de causa, puedo decir que son películas maravillosas (repito, en su matiz cuasi-fársicas melodramáticas), y esto me ha llevado a ver otras más, como Dos tipos de cuidado, película que me hace desear que dos hombres peleen por mí cantándose (sobre todo en esta época de pistolas y ningún respeto a las reglas de duelo).

Curioso es que muchos boleros hayan sido cantados en estas películas, y que sea así como la gente las recuerda y ubica, porque yo no, para mí son las canciones que mi abuelo desentonaba todas las tardes y fines de semana. Esta fue la causa de que, un día, mi realidad fuese golpeada con ignoranci: cantaba yo "ay amor, ya no me quieras tanto" (es todo lo que me sé) y Ángel comentó que ese también era un bolero de las películas del cine de oro, ¡no lo podía creer! veintitantos años de ingenuidad me golpearon, siempre pensé que eso era una composición más de mi abuelo (compone todo el tiempo, por supuesto, no de manera profesional o siquiera decente), no un bolerito que alguien más había compuesto y otro buen hombre hecho famoso. Era una afrenta a mi bagaje familiar, a los pilares que tanto se defienden en mi familia.

Todavía siento un relámpago de vergüenza cuando lo recuerdo, tantos años que fui por la vida pensando que mis cantos eran una composición más de Chucho Valdés, sin darme cuenta que mi falta de cultura cinéfila me creaban un universo de ignorancia que alguien como yo (pretenciosamente intelectual) no puede permitirse.

Aún no he podido comentarle a mi abuelo que conozco la verdad, temo que esto pueda afectar la visión que tengo de él (es decir, que él lo sepa, porque mi visión ya ha cambiado), y no creo tener el valor de hacerle eso, de vivir el resto de sus días sabiendo que yo sé que él no es el gran compositor musical que yo siempre he creido que es (repito, que él cree que yo creo que es); así pues, sigo cantando "Ay amor, ya no me quieras tanto" pero ahora con una representación más melodramática, no sé si por que conozco la verdad, o porque estoy preparando mi audición para la siguiente película de Pedro Infante...

1 comentario:

  1. Éste, en particular, es excelente; y pensar que yo me creía ingenua e ignarante comparada contigo. Pero ahora veo que mi bagaje cultura no es menos que el tuyo, sino completamente diferente.

    Lemon

    ResponderEliminar

¿Soy sólo yo?