jueves, 9 de abril de 2009

Derechos sobre la propia familia

Matando un poco la espera y el insomnio (es decir, no tener sueño a media noche después de dormir casi todo el día) navegué por el Hi5 de algún conocido y, al leer lo que alguien escribió, recordé mi teoría sobre los derechos que tenemos sobre nuestra familia. Que el título de esto se llame derechos sobre la propia familia , especifica que son derechos que sólo tiene y puede ejercer un miembro de una familia, nadie más, ni siquiera la familia política.

Por supuesto, este derecho es el de pendejear o tratar mal a los miembros de nuestra familia. Eso está bien, todos los hermanos nos tratamos mal entre nosotros, nos ofendemos, si tenemos suerte los golpeamos (yo nunca la he tenido... aunque mi hermano mayor sí), y enunciamos con diligencia digna de Premio Nóbel los defectos de nuestra familia, de todos los miembros que la integran. Tengo que hacer una aclaración, no todos lo hacen, sin duda los que tienen un gran Edipo no son capaces de aceptar los defectos de su respectiva Yocasta, pero todos los demás, sí.

Eso me pasa a mí con mucha frecuencia, entre mi capacidad de análisis, mi memoria cuasi-Funesta y mi intuición, logro notar los defectos de mi familia, y desgraciadamente, a veces descarto la prudencia de no comentarlos con los demás, lo cual ocasiona graves problemas (de ahí, la necesidad de escribir esto). Yo puedo hablar tan mal como quiera de mis padres, hermanos, tíos y el resto de mi familia, pero maldito sea aquél que se atreva a decir algo así (con excepción de las ocasiones en las que necesito apoyo y empatía, y no de cualquier persona, en realidad sólo de tres). No creo que exista alguna persona que pueda permitir escuchar a alguien más pendejear a su familia, o criticarlos. Eso no se hace, y mucho menos si se ha expresado molestia ante esto. ¿Cómo puede alguien pensar que nos gusta que lo hagan, que nos parece aceptable o incluso que podemos escucharlo con gusto? No no no no no.
Existen ciertos temas y comentarios que sólo debe hacer quien tiene una relación con el agresor. Es como hablar mal del novio(a) de alguien cuando están peleados, en cosa de nada ya se reconciliaron, pero las palabras que uno expresó sobre esa persona permanecerán para siempre en la mente del amigo, a quien sólo se lo dijimos por ser empáticos. No es prudente, pero más aún, puede ser contraproducente, pues en un descuido, escucharemos a esa persona hablar mal de quienes más queremos, y nosotros tampoco podremos olvidarlo nunca.

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