martes, 9 de noviembre de 2010

Los Tlalpenses

Antes que otra cosa, haré la aclaración debida: este "ensayo" (o bálsamo, para quienes saben a qué me refiero) no pretende generalizar, sino simplemente identificar un grupo social "determinable" que asiste a un lugar en particular de el Centro de Tlalpan. Si ustedes no son parte de esas personas, sólo disfruten y no se sientan juzgados.

Ahora sí, comencemos.

Todas las mañanas de los sábados, así como mañanas y tardes de los domingos, leo en el centro de Tlalpan, para ser exactos, en las mesas ubicadas en los arcos, del restaurante La Sazón. Ahí paso horas y horas deleitando mi alma, mente y cuerpo con excelentes libros que me hacen muy feliz y preparan para la siguiente olimpiada de lectores ávidos y veloces (no sé cuándo sea la siguiente olimpiada, pues aún estoy organizando la idea, ya no digamos conseguirla... ja ja ja). Como son comidas tipo buffet, debo pararme cada vez que quiero más café, o cuando el café ha terminado su trayecto en mi cuerpo, y pasa lo más curioso del mundo: tomo mi bolsa y libro (habría que ser pero bien pendejo para dejar en una mesa en la calle los efectos personales de alguien, sobre todo algo tan valioso como un libro), y, si es necesario, la taza para el café. Entro y me sirvo felizmente el café, y cuando regreso a sentarme ¡HAY ALGUIEN EN MI MESA Y SILLA! Entiendo que la gente a veces no entiende qué demonios hace uno cuando toma sus cosas y una taza y entra a un restaurante (seguro pensarán que ya me fui, o desaparecí), entonces acepto su probable razonamiento, pero cuando me acerco a la mesa, resulta que o no se quieren quitar, o se encabronan porque les pido que se quiten. ¡Pero qué demonios tienen en la cabezota!

Sé que las mesas no son de mi propiedad, y también sé que pocas personas están familiarizadas con las buenas costumbres ( o, digamos, las costumbres decentes y medias), pero todos entendemos que cuando estás en un restaurante que tiene buffet, debes pararte cada vez que quieras algo ¿o no?

Avancemos. Digamos que las personas pensaron que cambié mi mesa de afuera por una de adentro (no me pregunten por qué, pero la gente es bien pendeja y cree que las mesas que hay afuera NO son para el servicio, sino como sala de espera...), pero, si salgo y me paro frente a ellos, ¿por qué no se levantan? ¿por qué les vale que yo estuviera ahí? ¿Por qué el mundo está lleno de gente con pocos modales y educación?

Después de pensarlo mucho el domingo, llegué a la conclusión que tiene que ver con el tipo de personas que van a La Sazón, porque eso NUNCA me ha sucedido en ningún otro lugar, ni en otro de Tlalpan, ni en ninguna otra zona de la ciudad.

Así las cosas, encontré un grupo de personas con poca educación que gustan de los buffetes de mala calidad, con pésimo servicio y en un lugar que deja mucho qué desear (el lugar está súper sucio, la falta de baños e higiene en los mismos, las entradas de emergencia tapadas con un montón de basura que ahí consideran "decoración", ) que tienen las siguientes características: con poca educación, atrabancados, ignorantes y con pocos deseos de ser alguien mejor (y no lo digo en el sentido usual de querer ser alguien mejor, sino de aceptar que tenemos fallas y errores, y a partir de ahí pretender una mejoría en todos los aspectos).

Entonces, si ustedes han ido a comer o desayunar ahí, tengo sólo una recomendación ¡No reincidan! Podrían perder más que sólo $80... si se sientan en mi mesa, un día de estos podrían perder la vida...