viernes, 30 de septiembre de 2011

Si alguien vio mi amargura, regrésela por favor

No pregunten por qué, pues no hay respuesta aún, pero hoy, a pesar de la horrible tos que me cargo (y saco bastante más seguido de lo que quisiera, a pesar de haberme metido dos Tesalón perlas en la mañana) y de las prisas, ando con un humor increíble. Y eso, parece que cada vez es más regular en mí; me estoy preocupando, porque una cosa es que se disfrute algo, pero venir todos los días cantando mientras bajo del estacionamiento a la oficina, o bailar como duendecito feliz en mi lugar mientras canturreo de emoción por empezar a "trabajar", está mal... yo soy un ser amarguete, que le gusta ver siempre el lado pesimista de la vida, súper analítica en incapaz de simplemente dejarse ir... y véanme aquí, me doy vergüenza a mí misma.

Y no, no ha pasado nada especial que me haga cambiar, tampoco hay un futuro próximo maravilloso, nada en realidad, sólo lo cotidiano. Tal vez, en un descuido, me he convertido en mi amado Akakiy Akakievich:

"Difícilmente se encontraría un hombre que viviera cumpliendo tan celosamente con sus deberes... y, ¡es poco decir!, que trabajara con tanta afición y esmero. Allí, copiando documentos, se abría ante él un mundo más pintoresco y placentero. En su cara se reflejaba el gozo que experimentaba. Algunas letras eran sus favoritas, y cuando daba con ellas estaba como
fuera de sí: sonreía, parpadeaba y se ayudaba con los labios, de manera que resultaba hasta posible leer en su rostro cada letra que trazaba su pluma.
(...)
Nadie podía afirmar haberle visto siquiera una sola vez en alguna reunión. Después de haber copiado a gusto, se iba a dormir, sonriendo y pensando de antemano en el día siguiente. ¿Qué le iba a traer Dios para copiar mañana?
Y así transcurría la vida de este hombre apacible, que, cobrando un sueldo de cuatrocientos rublos al año, sabía sentirse contento con su destino. Tal vez hubiera llegado a muy viejo, a no ser por las desgracias que sobrevienen en el curso de la vida, y esto no sólo a los consejeros de Estado, sino también a los privados e incluso a aquellos que no dan consejos a nadie ni de nadie los aceptan."



Les recomiendo, y sólo porque yo lo amo, que lean El Capote, de Nikólai Gogol, sin duda alguna, se enamorarán también.

jueves, 29 de septiembre de 2011

¡Pero qué aburrida es mi vida!

Siempre he pensado que para las relaciones sociales son rarita. Sí, antes era de amigos, pero nunca de muchos, más bien de pocos, pero muy buenas amistades y siempre frecuentados y procurados. Por lo menos verlos cada quince días, una llamada a la semana, lo que uno debe hacer cuando tienes amigos.
Después, por ciertas razones que serían demasiado confusas para intentar explicarlas, fui perdiendo a mis buenos y entrañables amigos, y ahora tengo algunos (muy, pero que muy pocos) y, por razones que no entiendo, ya no procuro como antes. No sé qué cambió en mí, si la pérdida de amigos anteriores me marcó o qué, pero la verdad  es que mi vida social se ha ido al caño.

Lo más extraño de todo es que tampoco me pesa mucho. Sí, extraño salir a platicar, tomar el cafesito, una copita, cosas así, pero la verdad es que tampoco lloro porque ya no lo tengo. Eso sí, extraño a mis amigos (independientemente de que los vea o no, los extraño).






Y, bueno, una se preguntará ¿ahora qué hago con mi tiempo? Y tengo que confesar que me la paso bomba: tejo, leo, coso (bueno, todavía no coso bien, pero la práctica me hará una maestra),
veo la tele, escribo, pienso; vamos, disfruto de mi propia compañía y mis hobbies. (Sí sí, también paso mucho tiempo con el concubinario y platicamos, leemos, vemos la tele, paseamos, comemos, dormimos, todo padrísimo).


¿No les parece extrañísimo? Por todos lados: blogs, facebook, twitter, etc., me entero que la gente sale y se divierte y toma hasta acabar inconsciente, tiene one-night-stands, y todo con otras personas. Bien pero requete bien divertido... y yo... paso los viernes en la noche tejiendo, los sábados en la tarde cosiendo... qué cosa más extraña parece ser mi vida.

Por supuesto, más allá de que disfrute lo que hago y de mí misma, sí pienso por qué no salgo más o hago otras cosas, y siempre surge el pero: el dinero. Cuando calculo el dinero que necesitaría para salir dos veces a la semana a tomarme una o dos copas, o cenar, al teatro, al cine, al cafesito con los amigos, me doy cuenta de que necesitaria por lo menos $2,000 más a la semana. Y miren que mal no gano, entonces ¿qué pasa? ¡Claro! Pago renta, servicios, comida en casa, gastos, gasolina, estacionamiento en el pinche trabajo, comida y salud de mis perros, salud mía y del concubinario, seguro del coche, gastos del coche, ahorro, pago algunas deudas, libros (porque una cosa es una cosa, y otra cosa es no tener qué leer, porque hay prioridades)... y ¡tómala! que no hay dinero que me alcance (y eso que soy la reina de exprimir los billetes de $20, y contabilizar hasta el último centavo).

¿Será que o me la paso bomba, o soy una mujer responsable e independiente? ¿O algún día el dinero alcanzará?

martes, 27 de septiembre de 2011

Almorzando y merendando

¿No les parecen las dos palabras más curiosas en la alimentación del mexicano? Almorzar, merendar, almuerzo, merienda. Me parten de la risa. Pero, qué dice sobre ellas el DRAE:
Almuerzo: Comida que se toma por la mañana/ Comida del mediodía o primeras horas de la tarde.
Almorzar: Comer algo en el almuerzo.






Merienda: Comida ligera que se hace por las tardes antes de la cena/ Comida que se toma al mediodía/.
Merendar: Tomar la merienda/ Tomar algo en la merienda.





Si antes de leer el DRAE ya moría yo de risa, imagínense ahora. ¿Por qué demonios el mexicano (o los que yo conozco que usan estas palabras) las usa, y no sólo eso, cuando las usa, lo ahce mal?

Según tengo entendido, el almuerzo es casi casi sinónimo del desayuno, pero más tarde, es decir, que es la primera comida del día, pero no la haces a primera hora; algo así como un lunch/desayuno (brunch, pues). Y, según la defnición, es más bien O el desayuno, O el lunch, pero no los dos...
Y la merienda, si es ligera y se hace antes de la cena, ¿por qué te gritan a merendar y te dan de cenar? O, peor aún, si se toma al mediodía ¿por qué te hacen esperar hasta las 7, 8 o 9 de la noche para dártela?

Con razón vivo muerta de hambre todo el día.

Sutileza brutal

Este post está inspirado en un artículo de Juan José Millás (mi más favorito y admirado escritor vivo) (Ver aquí el artículo). Desde ahorita aviso que ni mi post ni mi calidad tienen nada que ver con las de Millás (vamos, que una cosa es que yo sea bien creída, y otra es que crea que pueda siquiera intentar igualar cualquier escrito de él). Mi post sólo está inspirado en la pregunta: ¿Puede una sutileza ser brutal y sutil una brutalidad?

Por extrañas razones me sentí íntimamente relacionada con esta pregunta, pues creo que yo soy ambas, en diferentes ocasiones, a veces una situleza brutal, y otras una brutalidad sutil. Recordemos (o digamos, para quien no lo puede recordar) que mi boca tiene velocidades y objetivos indomables, que siempre escupe lo que ella (bueno, ella aquí quiere decir mi inconsciente, pero ustedes como si nada) quiere, sin darme tiempo a razonar las implicaciones de lo que dichas frases pueden acarrear.

Lo de menos son las ocasiones en las que soy simple y llanamente agresiva, por ejemplo aquella vez que mi amiga la Rasposa, de la facultad, nos contó que estaba tan triste porque había terminado con el novio, que dejó que un cigarro prendido quemara las cortinas de su cuarto, esperando morir quemada (si sí, estaba bien loca, qué podemos decir al respecto), cosa que no pasó, evidentemente. Un par de horas después de escuchar esta ridícula historia, el ex novio se sube en el mismo pesero que nosotras, y de mi boca salió un: ¿no piensas en estos momentos que hubiera sido mejor morirte en el "incendio"? ¡¡Pero qué demonios me poseyó para decir algo así!! Todavía le busco respuesta a esa pregunta.

Esas agresiones sociopáticas no tiene mayor ciencia, las que sí, son las de sutileza brutal, es decir, aquellas ocasiones en que dices la verdad de la forma más pura y dura, pero a través de un discurso tan sutil, que el otro ni siquiera lo ve venir, es más, inclusive después se va como con un dolor en lo más profundo de su alma, sin saber por qué le duele o qué pasó. Estoy intentando recordar alguna que valga la pena, pero sólo recuerdo aquella en la que fuimos a comer varias personas (cambiaré la relación y nombres por el bien de mi vida e integridad), al ordenar las bebidas, C*** pidió una León (cerveza) y yo también, y cuando H***  nos volteó a ver, yo le dije que nosotras tomábamos cerveza oscura porque las mujeres jóvenes, inteligentes, cultas, guapas y divertidas sabían que la cerveza clara era para el opuesto de nosotras... después de unos segundos, H*** pidió también una León. Claro, sería mucho más interesante si pudiera yo dar detalles de H***, que nos permitieran conocer su contexto, pero creo que para los fines explicativos de este post, no es necesario.
Lo mejor de decir las cosas así es que no hay sentimiento de culpa ni remordimiento, uno dice las cosas de forma amable, y si el otro no las escucha o registra adecuadamente, es cosa de su inconsicente. Al final, cada quien tiene que cargar con su propio insconsciente, digo, cruz.

¿Alguien más peca de este mal/virtud?



lunes, 26 de septiembre de 2011

La maldición de la tecnología

Uno pensaría que me da tranquilidad saber que no soy la única persona en este mundo que está maldita por la tecnología (seguir leyendo para saber de qué va la maldición), pero la verdad es que no me hace sentir bien, de hecho me enoja que lo digan (Ver Pero a él también le pasa). El caso es que, por alguna HORRIBLE razón, tengo muchos problemas con las impresoras. Y no digo un problemita, sino una batalla titánica que desde los tiempos en que estas dejaron de ser de papel con hollitos (era la neta quitarle las tiritas y luego hacer gusanitos de papel... ya saben, yo la amante de las nimiedades) he tenido que pelear.

De verdad, recuerdo que desde la prepa tuve que lidiar con las impresoras, en esa época con  una mugrosa impresora HP que "era" compatible con la Mac que teníamos... horrible... y así ha sido siempre, con cuanta impresora me cruce. Por supuesto, el problema no es este, eso se podría solucionar de una forma muy sencilla: pedirle siempre a alguien más que imprima mis documentos (o de plano no imprimir, y así ayudar al planeta). PERO NO, el problema es que conmigo no funciona, y cuando viene alguien a ayudarme, o solucionar el problema, la mugrosa impresora sirve a las mil maravillas. ¡Lo odio! No sólo porque un problema intermitente es bien difícil de solucionar, sino porque te hace quedar como una reverenda pendeja frente al ayudador. (Igual que cuando se te descompone el coche, o le escuchas un ruidito al motor, llegas al mecánico o con el novio y el pinche ruido desaparece: maldición).

Hoy, algo pasó en mi vida maldita que hizo que cambiara el patrón: el escáner que tengo en mi lugar (soy bien feliz porque tengo un escáner hermoso y veloz en mi lugar, aunque no lo use para escanear mis documentos, pero me hace sentir como Akaki Akákievich) "saca" unas manchitas y tres líneas paralelas en todas las hojas escaneadas. I*** me pidió que le escaneara un documento y luego buscó a alguien más que lo hiciera porque "mi escáner sacaba manchitas y rayitas". Yo, muy indignada por la crítica a mi amado en la oficina, decidí hablarle a los de sistemas. El maravilloso Al*** vino a ayudar, le pasó espumita por el ¿? y le limpió y limpió, y luego le echó aire comprimido, toda una chulada. Cuando terminó el proceso de limpieza volvimos a escanear un documento y ¡ya no tenía las líneas! pero sí que tenía las manchitas. Así pues, le llamó al chico del Laboratorio de Sistemas (que está al lado del Laboratorio de Cajeros) para que viniera a ayudarnos, quien no pronto y presuroso llegó, le pasó el trapito (franela, por supuesto) y pidió que hiciéramos una prueba  y ¡Oh sorpresa! salió increíble la impresión. Obvio, no resulta claro el motivo por el cual esto me parece maravilloso, así que aquí va:
Si a un ingeniero en sistemas le pueden pasar estas vergüenzas de que las cosas funcionen intermitentemente, ¡que me pase a mí es cosa de nada!




viernes, 23 de septiembre de 2011

No es lo mismo que lo mesmo

No contaré la historia real que inspiró este post, sólo diré que a un amigo de un amigo, llamémosle Orejitas, contó la historia de su truene. El asunto más o menos va así:

Él llega de sorpresa a casa de ella, entra al cuarto y la encuentra revolcándose con otro caballero. Cierra la puerta, la vuelve a abrir y sólo articula un "perdón". Acción seguida sale ella del cuarto y le comienza a gritar que está pero si pendejo, que es un abusivo, que por qué se mete a su casa sin avisar, blablabla... la pelea comienza, ella le lanza una maceta, él se va. Regresan, ella parece que le pone otra vez el cuerno, se pelean, ella le pega y le abre el labio, él la baja del coche y la deja (caballeroso él ¿?) a dos cuadras de su casa y ¡CIAO!

Ahora, ante esta situación de infidelidad y abuso de confianza (a cada quien lo que le toca), recordé también el caso de otra amiga de una amiga, llamémosle Güerita y doñita, que se metió al correo del novio y le cachó unos mails comprometedores que se enviaba con otra vieja. Güerita y doñita se vio en una encrucijada, en la que tenía que decidir si confrontarlo sobre la infidelidad y aceptar, al mismo tiempo, que ella también había violado la confianza por leer su correo, o hacerse pendeja.

Ahora bien, en ambos casos hubo infidelidad (concédanme que sí) y, en términos subjetivos, pretendían mantenerlo escondido y, por el otro, hubo una violación a la privacidad, respeto y confianza por parte del cornudo hacia el infiel.

Ya que ha quedado establecida la relación melodramática, les cuento que le platiqué a otra amiga, llamémosle Juiciosa, y ella dijo que estaba del asco la historia, porque más allá de que Orejitas se hubiera metido SIN PERMISO y violando todo respeto y demás, a casa de ella, ella le había puesto el cuerno y los había cachado IN FRAGANTI, y que ni modo. Pero la violación de ella hacia la relación era mucho peor.


Yo, OBVIAMENTE, estoy en desacuerdo. Sí creo que hay niveles de violación de confianza y respeto, no es lo mismo decirle al novio: "pendejo", que golpearlo como si fueras BJ Penn y acabaran de violar a tu novia (y también, los cachaste in fraganti). Pero, más allá de estas nimiedades (los niveles), creo que uno, ante todo debe ser congruente, siempre desde adentro hacia fuera, esto quiere decir:
No te puedo exigir que te comportes como yo NO lo hago, sin importar las razones por las que yo no lo hago.
Así de fácil y sencillo. No hay más, si no somos capaces de hacer lo que creemos que es correcto, no podemos exigirle al otro que lo haga. Y no hay niveles ni matices en esto. Es a raja tabla.  En estos casos, ambos hicieron mal (negativo) y, como en derecho, si dos personas actúan de mala fe, se cuenta como si fuera de buena fe [(-)+(-)=+].

Por eso Orejitas, cuando cachó a su vieja montada en otro (o viceversa), sólo podía quitarse la ropa y unirse a la fiesta.


jueves, 22 de septiembre de 2011

Pero a él también le pasa...

¿Se han puesto a pensar por qué la gente cree que decirte que alguien está igual o más jodida/o que tú debe hacerte sentir mejor? Es tan estúpido como sentirse contento porque el vecino es millonario y tú no. Es decir: ¿cómo demonios se supone que lo que NO me pasa y SÍ le pasa al otro debe afectar la forma en la que vivo y siento lo que a MÍ me pasa? Por donde lo vean, a mí me parece enfermo. Por eso me requete enoja.

Por ejemplo, te asaltan (a una amiga le pasó, llegaron a un taller mecánico que estaban robando, así que a ellos también los metieron con los del taller, al novio le cortaron cartucho en la cabeza, y luego los encerraron HORAS en una bodega, de la que salieron temerosos por sus vidas. Ah, además al novio le robaron el coche), o te roban, o algo así, y la gente te contesta: pero lo importante es que no te pasó nada ¡¡No te pasó nada!! ¡¿Acaso están pendejos?! ¡¿Qué sólo el daño físico y tangible importa?! Es más que indignante que te digan eso, porque: 
  1. Sí te pasó algo: te asaltaron;
  2. Sí, no te pasó más, pero tampoco te violaron, ni te moriste de cáncer de colon, ni te obligaron a caminar sobre vidrios rotos en Periférico, ni te ganaste la lotería, así que no es válida esta afirmación;
  3. Cuando te asaltan o sufres algún tipo de violencia, hay varias consecuencias en tu vida: afecta su dignidad (¿dónde ven la dignidad de tener que encerrarte en una bodega porque algún imbécil decide que puede hacer de tu vida lo que quiere?), tu seguridad, la forma en la que vives y llevas tu vida, tu estabilidad y, al final pero no menos importante, tus propiedades (que son tuyas y nadie tiene por ningún motivo el derecho de tomarlas, no hay justificación que valga);
  4. Estos actos repercuten en tu futuro directo: comprar otro coche, pagar el psicólogo para poder superar el trauma vivido, las horas y horas tratando de entender cómo y por qué pasan estas atrocidades, etc.
Así que "A plague on both your houses" (Shakespeare, Romeo y Julieta) para cualquiera que osea decir estas estupideces.

Claro, claro, hay una gran diferencia entre haber sido secuestrado/violado/asaltado/robado y que no te hayan dado lugar de estacionamiento en la empresa que trabajas (y has estado desde hace 5 meses) y por lo mismo tengas que caminar medio kilómetro en pendiente pronunciada para ir y regresar del estacionamiento a tu coche (por no mencionar el dinero que gastas en el estacionamiento, más el ocasional taxi de sitio que debes tomar porque está lloviendo, o es de noche, o estás cansada, o te sientes mal). PERO, eso no quita que sea una patada en los gertrudis escuchar que alguien te diga: pero velo por el lado bueno, yo tuve que esperar dos años a que me dieran lugar de estacionamiento.

Les juro que me dan ganas de golpearle los tanates...


miércoles, 21 de septiembre de 2011

La tos, tan solitaria

¿Alguien sabe por qué la tos es una manifestación corporal solitaria?
Para muchas otras manifestaciones hay expresiones que las acompañan:
  • Estornudo:
    • ¡Aaaaaaachuuuú!
    • Salud.
    • Gracias.



  • Eructo:
    • Beeeeerrrrp.
    • Provecho (que puede ser con una inflexión en al voz que denote: a) asco; b) sorpresa; c) incomodidas o molestia; d) asombro).
    • Gracias.
  
  • Flatulencia:
    • (Me niego rotundamente a pensar cómo se escribiría este sonido, así que imagínenlo).
    • ¡Dios mío! / ¡Cuando comas bicileta quítale los pedales! / ¡Cuando comas policía quítale la placa! (o cualquier otra frase que tienda a mostrar molestia e incomodidad por lo que esa persona ha decidido compartir con nosotros).
    • Perdón.


Pero nada para la tos, la pobre vive sola, sin ningún comentario o respuesta que pueda acompañarla en la vida e infortunio. Además, resulta espantoso que uno se ahogue y medio muera en muchas ocasiones y que no haya ninguna palabra de aliento o alivio para el desflemado.


Nuestro siguiente objetivo será patentar una palabra para el tosijoso... ¡He dicho!

Bolillo, recién horneado

Ayer decidimos cenar molletes, pero no teníamos bolillos, así que me aventuré y pasé, de camino a la casa, a una pequeña panadería que hay camino a la casa (el el Pueblo de Santa Fé, aunque en realidad se llama Lomas de Becerra). Y en verdad es pequeña, no tenían mucho, pero había variedad, y los precios eran bastante accesibles (me enteré hasta que pagué, pero me pareció bastante barato pagar $16 por 4 bolillos, 2 cuernitos y 2 mino donas-tontas).
Lo mejor de lo mejor es que los bolillos recién habían salido del horno, ya no estaban calientitos, pero sí crujientes, recién horneados, caray. Y punto, no hay cosa más maravillosa que un bolillito así (bueno, sí la hay, cuando todavía siguen calientes). Amo con toda mi alma los bolillos recién horneados (que no todo el pan, es una relación especial y única con los bolillos), y sí que hay una explicación (por si el Dr. Freud está leyendo esto):

Cuando éramos niños pasábamos mucho tiempo con mi abuelita y, a veces, la acompañábamos a hacer las compras a Aurrerá (pueden imaginarse a la mujer "anciana" de 70 años lidiando con dos escuincles peleoneros en el súper... qué culpa tenía ella). Todas las veces pasábamos por la panadería, y si había bolillos calientes, compraba varios y nos dejaba ir comiéndolos ADENTRO DEL SÚPER, todavía calientes...

Un recuerdo más que maravilloso para mí, y una tradición, porque es algo que siempre hago cuando voy al súper (o a la panadería) y descubro que acaban de salir los bolillos del horno (como si tuvieran vida propia y ellos mismos decidieran salir, ja ja), compro dos y me los como en el súper. Sin vergüenza ni nada, porque una cosa es abrir los empaques sin haberlos pagado, y otra cosa es omitir uno de los más grandes placeres de la vida, que más que un placer, ya pensándolo, es un deber.

Control de plagas


Otra vez, por cuestiones diversas, me vi en la necesidad de recurrir a cantidad y no capricho o pre-deseo (es decir, que deseo ese libro desde antes de llegar a la libería) en mi compra de libros. Por supuesto, cantidad no es sinónimo de libros espantosos (eso pasa inclusive cuando uno tiene deseos, o crees conocer al autor), y en muchas ocasiones, la compra resulta una maravilla.

Ese fue el caso de Control de Plagas, de Bill Fitzhugh (estoy mentalmente tratando de pronunciar esto en español, alemán o inglés, pero nada me convence del todo...). Lo seleccioné como un libre de misterio/policíaco/detectivesco/thriller o algo parecido, además eso decía la contraportada (que sí, las leo, aunque sé que no siempre es una buena idea, pero me parece más riesgoso comprar un libro basándome sólo en el libro o la imagen que tiene en la portada...) Así pues, compré éste porque me parecía interesante, y sí que lo era: un hombre entomólogo desea poner su propio negocio de control de plagas natural (o ecoamigable, sin venenos), y por algunas y otras razones, sus folletos son malinterpretados como que él es el Exterminador (que lo es, pero de "otro" tipo de plagas), así que se ve involucrado en un montón de problemas porque lo quieren contratar como asesino a sueldo. Está de más contar todos los detalles del libro (y además me parece de muy mal gusto), lo que sí puedo decir es que más que un libro de asesinos es una  gran comedia de enredos (así, estilo Siglo de Oro Español, pero menos buena y sin verso), con unos tintes muy divertidos, un poco de humor negro, y mucha emoción. Porque, que no sea un thriller no quiere decir que no te tenga la mitad del tiempo con ganas de gritar porque necesitas saber qué sigue.

Maravillosa elección, y muy buena recomendación para quien se interese.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Caballerosos hasta en la oficina

Lo odio, simple y sencillamente, me choca que los hombres sean caballerosos en la oficina. Me incomoda muchísimo cuando el caballero se espera y detiene la puerta para que tú (a quien le faltan todavía tres metros en llegar a la puerta) pases. Me parece estúpido, incómodo y discriminador. Por supuesto que no soy partidaria de que te cierren la puerta en las narices, porque hay una diferencia entre ser caballeroso y ser grosero.

Más allá del sexo de las personas en cuestión, estoy más que a favor en que si viene alguien con un montón de cajas debemos ayudarle a cargarlas, abrirle la puerta, qué se yo, no esperar a que él nos la (puerta) sostenga a nosotras sólo porque somos mujeres. Esas son mamadas. Además, y esto deberían pensarlo todas las mujercitas que esperan este comportamiento: si quieren un sueldo igualitario, un trato igualitario dentro de la oficina, deben dejarse de estas cosas. Eres o no eres machista, y ahí sí que no hay ni cómo hacerle.

Claro, ustedes pensarán, es que no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero sí que la tiene. Repito, una cosa es ayudar a quien le vendría bien una mano, o simplemente sostener la puerta si otra persona (tuerca o tornillo) va a entrar también, y otra es ser grosero  o esperar una caballerosidad digna de la Reina Isabel. No no no, me niego rotundamente.

Sobre todo, me niego a aceptar la nueva modalidad del feminismo, en el que soy muy chingona e independiente para salir a trabajar, ganar mi dinerito, tener mi coche, tomar mis propias decisiones, exigir igualdad con relación a los hombres, hacer chistes feministas, indignarme por el machismo como si fuera una afrenta personal, y utilizar tono doctoral para denigrarlos; PERO, cuando se trata de pagar la cuenta, mantener la casa (cuando viven juntos), pagar el coche, hablarle a quien nos gusta, abrir la puerta, caminar por la calle, entonces SÍ que somos unas mujercitas chapadas a la antigua y esperamos que el hombresillo en cuestión de comporte de esa manera.

¿Dónde cabe tanta ambivalencia enloquecedora? O la una, o la otra. Pero no me vengan con sus tonterías de: yo odio que un hombre diga que la mujer está obligada a cuidar al hijo y al mismo tiempo sean de la idea (y de la costumbre, acción, etc.) de que un hombre debe sufrir y rogar para salir con ellas...
¡Por el amor de Dios!
P.D. Me encontré un blog que decía algo muy similar a lo que yo pienso...

Pasto, recién cortado

Amo el olor del pasto recién cortado, me fascina tanto que cuando llego a olerlo muevo la nariz como cerdito (particularmente como la cerdita de Tiríndaro que era mi amiga) y sonrío cual vieja tonta. No estoy segura de por qué me hace sentir así, ni siquiera sé qué parte es la que más me gusta, pero me gusta. Tal vez tenga que ver con mi infancia, el olor a pasto recién cortado en casa de mis abuelos, o la emoción de arrastrarme en los pastotes (había una parte en casa de mis abuelos, donde ahora está la casa de mi tía, que casi nunca cuidaban, entonces ahí el pasto llegaba a casi un metro de altutra, y la llamábamos La Selva) de La Selva mientras salvábamos al mundo de algún enemigo mortal (mi hermano y yo, obviamente). Podría también ser por el paso de CU, donde pasamos cantidades casi sospechosas durante nuestra infancia (entre que mi papá trabaja ahí y nos llevaba de niños, y que fuera del horario de trabajo, ahí decidía llevarnos a jugar).
Tal vez no sea ninguna de las anteriores. Al final, ni a mí me importa mucho (ja, claro que sí me importa, probablemente pase todo el tía tratando de dilucidar el cuándo de esta situación, pero eso no debo escribirlo aquí, que no es sesión de psicoanálisis), lo que debe ser importante es disfrutar, en cada ocasión, el delicioso olor del pasto recién cortado (preferentemente con rocío, eso me gusta más), y controlar las ganas de echarme pecho-tierra para salvar al mundo.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Camisa remangada porque trabaja mucho

De repente recordé esto de la camisa remangada. Tal vez tenga que ver con un blog en el que algo decían de que Obama estaba en look trabajador con la camisa remangada; no sé, la capacidad de asociación libre y pensamientos estúpidos que tiene mi cabeza es inacabable, así que tampoco le tomamos mucha importancia.

El punto o meollo que deseo platicar es justo esta idea de que quien trae la camisa remangada trabaja mucho. Cuando recién comencé a trabajar en la empresa (en la que trabajo) le platiqué a mi jefe que la gente cuchicheaba a sus espaldas sobre su "costumbre" de no quitarse el saco, que nadie entendía por qué, pero que había varias teorías:
1. Hace mucho frío en su oficina;
2. No trabaja, por eso no tiene necesidad de quitarse el saco.

Obviamente, él soltó la carcajada, le parecía súper divertido que la gente crea que trabajas o no por cómo traes la camisa y el saco. Su razón (suya de él, ji ji) es que uno así debe estar, que el saco no es para colgarlo en la silla sino para usarlo, así que quien se lo quite es porque en realidad no sabe usar saco (es decir, el argumento opuesto de lo que pensábamos todos, pero que es más que verdadero). Y, finalmente, me comentó que si él anduviera por la empresa sin saco, con la camisa medio desfajada, arremangada, el primer botón (de arriba hacia abajo) desabrochado y la corbata floja, todos pensarían:
"Caray, éste cabrón trabaja un chingo". JA JA JA

martes, 13 de septiembre de 2011

Pluma fuente


Me fascinan las plumas fuente más que cualquier otro artículo de papelería (y déjenme decirles que amo la papelería en general, en particular, y como entelequia). Recuerdo la primera que tuve, me la compró mi papá para mi cumpleaños 9, recuerdo no sólo que era un modelo muy popular (que aquí quiere decir que mi tía Coquis también tenía una), sino todo lo relacionado con ella: estábamos en la asamblea (era viernes, y en la primaria todos los viernes había asamblea) cuando volteé a una de las puertas y ahí estaba mi papá, sonriéndome mientras, lentamente, metía su mano en la bolsa de la camisa y sacaba con mucha sutileza la pluma... se me cortó la respiración, ahí estaba mi preciada y añorada Pluma Fuente... todavía lo recuerdo como si fuera ayer, todo, un momento tan importante en mi vida (aunque yo no lo supiera en ese momento, como siempre pasa). No recuerdo qué pasó entre ese momento, la presentación, y que comencé a escribir, mis siguientes recuerdos son con la pluma, usándola y disfrutándola. Tampoco recuerdo qué le pasó (yo nunca he sido de perder las cosas, así que seguro no se me perdió, o recordaría ese trauma), pero a partir de ella desarrollé un vínculo invisible con las plumas fuentes.
 
Sí, uno podría pensar que es sólo una pluma, que es una farolada y que no hay motivo alguno para su existencia, pero no es así. Para mí, que soy zurda, las plumas fuente han sido el único medio que tengo para escribir sin sufrirlo (porque, para mí, escribir en la compu no es lo mismo, no es escribir) y además uno que disfruto muchísimo (escribir, aunque termine con mi pobre callito adolorido y lleno de tinta).
 
Qué placer me causan las tintas, las plumas, y la posibilidad de utilizarlas. El trazo con una pluma fuente es mucho más bonito, es capaz de decir mucho más de tí en cada palabra, le da personalidad, y eso me parece indispensable, aunque suelas escribir sólo para tí (eso es lo que yo hago). La posibilidad de escribir, y escribir y seguir escribiendo, lo que piensas, sientes, deseas, o debes es personal, en cada letra y trazo te vuelvas, ahí estás tú, y si es con pluma fuente, es más cerca de tí misma.

Uno de mis deseos ocultos es comprarme una pluma fuente antigua, con todo y tintero, y usarla para escribir... eso sería digno de una gran historia, tal vez, hasta podría ser mi vida, siempre y cuando no se quede sólo en el tintero (que es aquél lugar en el que se quedan los asuntos pendientes).

lunes, 12 de septiembre de 2011

La insatisfacción parece eterna...


Por desgraciada no fui dotada del don de las pocas expectativas, tengo muchas expectativas y además sufro cuando no se cumplen. Así soy.

Afortunadamente, también soy capaz de ver la felicidad y satisfacción absolutas en las situaciones, objetos, palabras o cosas más nimias, y eso me parece una gran virtud. Desgraciadamente, no lo recuerdo con tanta regularidad como me gustaría.

Por eso inauguramos una nueva sección en e blog, destinada sólo a nombrar lo que me hace bailar como duendecito feliz.


El alcohol me cierra la boca

Sí, es cierto, hemos encontrado el remedio que todos han estado buscando, eso que podría hacer que los milagros ocurran, que la vida cambie, que todo sea diferente... ja ja ja...
Después de varias reuniones familiares y por cuestiones de salud mental (y mi nueva práctica de los límites, que no es tan nueva) he decidido no enfrascarme en las discusiones familiares que siempre llevan a malos puertos (es decir, peleas, gritos, molestias, disculpas hipócritas, aceptación obligada de disculpas hipócritas, etc.), pero esto no es tan sencillo como parece (si es que parece sencillo).

Qué podemos decir aquí que cualquiera que haya convivido conmigo más de 15 minutos no sepa: me gusta hablar, no se me escapa nada (ni las incongruencias, ni las estupideces, ni los errores en el uso del lenguaje, ni la irónía, ni el albur, ni nada de nada) y me encanta evidenciar mis cualidades con el lenguaje. Soy parlanchina de nacimiento (cuentan que antes del año yo ya hablaba sin parar) y además vanidosa, por lo que mostrar mi "atención" al parlante es muy importante. Por esto me es complicado y muy difícil cerrar la boca cuando la gente empieza a decir pendejadas, criticarse a sí misma al criticar a otro que hace lo mismo que ellos,ser incongruente, y demás. Es difícil difícil, difícil.

Después de muchos, pero muchos, años de permitir que mi boca fuera lo más rápido del oeste (incluse más veloz que mi conciencia), me di cuenta de que me metía en situaciones incómodas para mí (que si lo eran/son para los otros, me tiene sin cuidados, pero para mí es otra historia) y que no siempre era sencillo salir de ellas (porque, también, me aburre pronto el error ajeno o su estupidez/necedad). Así que, ahora que soy una mujer adulta (ja ja ja) y madura, ya no lo hago, o procuro no hacerlo.

Pero no todo es magia y voluntad, he tenido que buscar y buscar algún método, herramienta o secreto que me permita hacer esto, y ¡lo he encontrado! (no aplica para todas las situaciones, pero sí para la mayoría y las importantes): EL ALCOHOL (No demasiado, porque entonces me la paso mal) me permite escuchar una conversación o situación y desconectarmente completamente de mi necesidad de réplica, y me hace muy feliz. Sobre todo, porque al final del día puedo llegar a casa y platicar sobre lo escuchado, sin ningún riesgo.


Los milagros, inclusive cuando podrían ser dañinos, pueden ser maravillosos...

Que no te engañen porque son licenciados


Paso tanto tiempo en la oficina que me es casi imposible no escribir sobre lo que observo ( y juzgo, silenciosamente) aquí. Por supuesto, como en cualquier empresa, hay todo tipo de gente (y cuando digo todo tipo, me refiero a inteligentes, tontos; bien pagados, mal pagados; groseros, educados; amables, hostiles; con poca educación, con mucha educación; con poco dinero, con mucho dinero, etc.) y ellos se comportan de muchas formas, según en la situación en que los veas o convivas con ellos.

Una de mis favoritas es la hora de la comida, es decir, los modales, manías, gustos y disgustos que todos mostramos al comer, actividad que por alguna extraña razón, hacemos como si estuviéramos en la intimidad. Cabe decir que cuando era chica mi mamá decía que uno debe aprender a comer bien (como Dios y el Manual de Carreño mandan, aunque ella nunca dijera Dios), y que esa era la forma de conducirnos en sociedad, pero, cuando estábamos solos o en casa, podíamos tomarnos ciertas licencias poéticas. Esto, en mi caso, implica que cuando como sola, puedo hacerlo en la cama, usar sólo el tenedor (sin el cuchillo), empujar el arroz con el dedo... cosas así, pero SIEMPRE en privado, nunca cuando sé que hay alguien más (me vea o no).

Creo que hasta aquí todos estaríamos de acuerdo, ¿no? hay cosas que hacer en público, y otras que no, en todos los ámbitos de tu vida. De ahí que sea tan curioso (que aquí quiere decir desagradable) que la gente muestre unas costumbres poco "refinadas" cuando come en la oficina. Porque, hay que mencionarlo antes de que otra cosa suceda: estás en la oficina, comes con las personas con las que trabajas, quienes se forman una imagen e idea de tí.

Así las cosas, podemos mencionar algunas de mis favoritas (que aquí quiere decir gustos morbosos):
  • Comen con cuchara, alimentos que no son líquidos (porque no soy tan tonta como esperar que alguien coma la sopa con tenedor y cuchillo, la sopa agüada, por supuesto). Yo no sé qué les dijo su mamá de chiquitos, tampoco sé si no han practicado comer con tenedor, pero es mucho más fácil comerte una sopa de coditos, o la ensalada, o cualquier cosa que NO sea líquida... Los veo y muero de risa, lidiando con la comida que se desparramada en la cuchara, y ellos abre que abre la boca para que entre todo... risible completamente.
  • Comen sustituyendo tenedor, cuchillo y cuchara con la tortilla. Esto sí que me cae gordo, pero tengo que explicar el proceso, porque nadie come tacos con cubiertos (tuve una amiga en la secundaria que en mi casa se comió los tacos dorados con cubiertos, porque no quería parecer mal educada), así que existen sus excepciones. Existe quien trae bisteces de comer (obvio sin cortar), así que toma con una mano un cuartito de tortilla (previamente cortado) y jala el bistec, utilizando la otra mano de contrapeso, para que éste (el bistec) eventualmente se rompa. Una vez roto, lo meten todo en el taco y lo mastican con mucha emoción y sentimiento de victoria. (Tengo que enfatizar aquí mi molestia a que hagan eso, porque la mitad de las veces terminan salpicando a quien los rodea, todo porque son lo suficientemente pendejos como para no saber qué usos tienen el tenedor y el cuchillo). Los otros son quienes cortan en trozos enormes la comida y la intentan meter en el cuartito de tortilla, medio con la mano medio con el tenedor, y después de enredarla y enredarla les queda todo de fuera y goteando (sea lo que sea, siempre gotea). A mí me gustan mucho las tortillas, simple y sencillamente las amo, disfruto los tacos, las quesadillas, los tacos, las quesadillas, hacerme tacos de empechugadas (así las bautizó Jesús, son pechugas de pollo empanizadas), de bisteces, de pollo con paprika. Sí, me gustan, pero veo la tortilla como un alimento y NO como un utensilio para comer.
  • Mezclan o mueven la comida en el recipiente como si estuvieran haciendo  pasteles de lodo. No sé si todos han hecho o hicieros pasteles de lodo, pero yo sí y lo disfrutaba mucho. Eso sí, hay que menearle y menearle y menearle (como si estuvieras amasando harina de maíz, ji ji ji) para que quede un pastel homogéneo y no una cosa medio seca medio acuosa, medio mojada. Lo que sí sé es que hay gente que usa el mismo método con su comida. No, yo tampoco saco un plato para comer, me da un poco de flojera (además de que el jabón para platos de la empresa me da alergia y no puedo lavarlo, y me parece un abuso que las señoras de intendencia los laven) y me pega la responsabilidad social. Además, ESTAMOS EN EL TRABAJO, lo cual ya hace que la comida en sí no sea tan emocionante como si estuviéramos en casa o algún otro lugar. Bueno, decía yo que yo tampoco uso platos, así que entiendo que haya quien tampoco quiere usarlos; lo que no entiendo es que hay personas que mueven y mueven y mueven y mueven la comida en el recipiente, haciendo ruido y ruido y ruido, no sé si esperan que por arte de magia lo que hay ahí cambie, o desaparezca, o algo pase. No sé qué esperan, no lo entiendo, y es bien molesto que estén todo el pinche tiempo mueve que mueve. ¿Qué no saben que la comida no es un juguete?
  • Truenan la boca. Me parece que no hay nada que decir al respecto, todos sabemos a qué me refiero y lo molesto que es (que siempre me recuerda a un amigo de mi hermano mayor, que hacía tanto ruido al comer como mi bulldog).
  • Empujan la comida con los dedos, no con el cuchillo. Yo sé que es más fácil y orgánico, pero no se ve bien, ni siquiera cuando mi abuela lo hacía y se divertía haciéndolo porque le daba flojera (o le costaba trabajo coordinar con la mano y el cuchillo). Te llenas el dedo y la mano de comida, el objetivo de los cubiertos es justo evitar eso, así que no entiendo por qué lo hacen (sobre todo cuando te das cuenta de que traen la comida en tuppers y que estos tienen paredes, así que hay hacia dónde empujar la comida para subirla en el tenedor).
 Lo mejor de lo mejor es imaginármelos comiendo con el jefe (sobre todo  si es tan educado y propio como el mío) en una importante comida de negocios, llenando su tortillas de mil madres mientras se comen el arroz con la cuchara... y pasándose la comida con tragos de agua (con los que, antes de tragar, hacen buches). Obviamente, lo supremo sería que aún después de una comida de esas, el jefe decida promoverlos...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Coser, dejar de tejer un rato


(NOTA: Esta entrada fue escrita originalmente el viernes 2 de septiembre, pero hemos decidido editarla pues, como bien me dijo Ángel, debería ser más personal y honesta en mi escritura.)
Ayer fui a recoger mi máquina de coser, y la emoción que me embargaba era casi incontenible. De repente, resultó completamente tonto haber esperado tanto tiempo para comprarla (no compré una carísima ni finísima, por lo que no había excusa real para el retraso).

No entiendo por qué en ciertas ocasiones dejamos que lo que nos interesa y apasiona quede hasta el final, y pasamos la vida comprando y haciendo y pensando mil cosas que, en realidad, ni nos interesan, sirven ni apasionan. ¿Por qué será? Me da la sensación de que es una forma de protegernos, siempre es más fácil ir por el camino de la insatisfacción y frustración que por el opuesto, y no es para menos. Toparse de frente con lo que uno verdaderamente quiere (o, justo, piensa que quiere) puede resultar completamente caótico, tanto si es lo que en verdad queríamos como si no.

Aún así, yo puedo afirmar, sin caer en mi usual petulancia, que suelo saber lo que quiero (y no porque tenga esa virtud o súper poder, sino porque paso muchísimas horas de mi vida pensando y analizando lo que necesito, siento y quiero, para poder tomar una decisión informada, ji ji, sobre mis deseos) y por eso la emoción de tenerlo me causa una satisfacción maravillosa. Sobre todo, porque reconozco que eso ES, así, sin más.

Estoy resultando repetitiva o circundante, pero es que no encuentro las palabras exactas para poder decir lo que siento, mucha emoción por la máquina de coser y un poco de incertidumbre porque algo tan sencillo como comprar una máquina de coser despierta en mí un poco de angustia y frustración, porque no comprendo qué me impide a cumplir mis sueños, por qué de repente, cuando puedo tomar la decisión, y lo que quiero estará aquí, para mí, me detengo y decido tomar la decisión más racional o responsable.

Perfectamente puedo escuchar el eco de la voz de Aremy diciéndome que le resulta un poco estúpido que para mí el deber ser, lo responsable sea más importante que hacer lo que quiero y necesito. Y, confieso, me parece completamente cierto. A estas alturas de mi vida tengo un miedo espantoso a seguir por este camino, porque el tiempo pasa muy rápido, y me niego a voltear, en unos años y darme cuenta que no fui capaz o valiente como para hacer lo que quería. Pienso mucho en mis abuelos, mi abuela hizo toda su vida lo que quiso (o aprendió a querer lo que debía hacer, no sé cuál de las dos, pero creo que tampoco importa) y los últimos años de su vida (que son los que yo pude ver) se sintió feliz, murió satisfecha; por el otro lado, mi abuelo vivió toda su vida haciendo lo que debía hacer, trabajar para mantener a su familia, cumplir metas laborales, ser un hombre honesto, ahorrar... y ahora, en el final de su vida, se ve vacío, no sabe con qué actividades llenar sus días, ya viudo no le queda mucho más, y tampoco lo disfruta. Yo no quiero ser como mi abuelo, yo quiero disfrutar todos los días (está bien, con que sean muchos me doy por bien servida), hacer aquellas cosas que me causan placer y encontrar un medio para que pueda también comer de ellas (porque si no, de dónde sacamos el dinero). Odio verme como estoy, ahogada en la espera, siendo responsable y racional, esperando que el momento adecuado llegue y entonces pueda comenzar a hacer lo que deseo y quiero... Se me va a ir el tiempo y la vida, creo que si sigo así, no dejaré de esperar. Tal vez me falta valor para simplemente levantarme y decidir que no quiero seguir esperando, que hay demasiadas (sí, demasiadas) cosas que quiero hacer y que no voy a ser quien debo ser, sino quien quiero ser, quien soy. Al final, a la única persona a la que le debo explicaciones es a mí, todos los demás pueden irse en cualquier momento, nadie estará aquí siempre, pero yo... no me queda de otra...
Qué irónico, con sólo una máquina de coser, se destapan en mí muchos más deseos. En un descuido me dejaré llevar...

jueves, 1 de septiembre de 2011

Hasta que la muerte nos separe


Escribo esto sólo con la intención de descargar la frustración que me ahoga cuando el sentido común me impide decir lo que pienso (qué, pero qué castigo más horrible es este para mí).
Una compañera del trabajo (ver Amigos en el trabajo) se comprometió hace poco más de un mes. Como antecedente, es una chica que decía que se casaba en abril, con o sin el novio (ahí no´más), además es alguien cuya familia no tiene una solvencia económica que permita una boda como de las celebridades. Con todo esto, podemos comenzar por contar que la noticia nos pareció maravillosa, más allá de lo que uno decida sobre su vida, el hecho de que alguien realice sus sueños, es razón de felicidad.

Así pues, pasaron los días, ella con su emoción por tener una boda, mostrando a veces que el novio ha preguntado en varias ocasiones si de verdad quiere una fiesta (no haremos una interpretación de esto, pues todos sabemos qué implica), sacada de onda porque él está más emocionado por rentar un departamento, comprar muebles, encontrar TODO para que vivan juntos... inclusive mencionando que como él ya no cabe con sus papás, deberían rentar de una vez para que él se pueda mudar ya... A todo esto le sumamos que quiere un bodorrio con más de 250 invitados, y no ha realizado cotización alguna.

Pero, dejemos la historia particular de un lado, que no es lo que más nos interesa. Lo importante es que las dos últimas semanas he escuchado de la boca de la previamente mentada, y su amiga, que el matrimonio está padrísimo, que casarse es el camino correcto, y que no casarse y vivir con el novio es vivir en pecado (obvio, lo matizan con risitas), y que no está bien, porque lo importante es la boda, el matrimonio... Yo, que todos ustedes saben, no estoy casada ni pienso hacerlo, tengo varias cosas que decir al respecto:
1. ¿Quién chingados se cree para emitir juicios de valor sobre la vida que los OTROS deciden tener? Sólo porque ella tiene una fantasía...
2. Boda y matrimonio NO son sinónimos, son dos cosas diferentes, una consecuencia de la otra, pero NO SON LO MISMO.

Obviamente, y por razones que "desconocemos", ellas han decidido emitir sus opiniones frente a mí, y ni una sola vez han sido como para preguntar por qué yo no me quiero casar, o por qué decidí vivir en pecado, con mi novio... nada, porque evidentemente, no les interesa (de ahí la molestia, la gente que emite generalizaciones que afectan a los que estamos ahí, cuando además no tienen ni les importa tener, idea alguna de por qué la gente toma ciertas decisiones.

Entonces, he decidido expresar las razones por las que yo, ARIADNA, y sólo yo, he decidido no casarme:
1. No creo que un documento o una fiesta impliquen un comportamiento de por vida, per se.
2. No tengo el dinero para pagar una fiesta.
3. Si tuviera el dinero, probablemente lo usaría en algo más duradero que 6 horas de fiesta para alguien más.
4. Todo el estrés, molestia, preocupación y angustia de un año para una fiesta, me parece insano.
5. La fiesta se hace para los demás, para los invitados, (valga la redundancia), se les invita a que participen en ese momento de tu vida, lo cual, tiene una consecuencia obvia, participan en tu vida de casada/o. Los invitas a la fiesta y de repente creen que pueden opinar sobre tu vida en pareja, por el resto del tiempo que ésta dure.
6. Cualquiera que no haya vivido con alguien más, no tiene ni puta idea de lo que eso significa, no es sólo amor y felicidad, es complejo, es difícil, en ocasiones te aliena de ti mismo (y no hablo sólo de mi experiencia, sino de todas las que he escuchado y visto, pero la mía influye muchísimo), y esto nada tiene que ver con un documento o unos anillos y una boda. NADA.
7. Las relaciones, el matrimonio y la vida de casados se construye día a día, con un montón de esfuerzos, dedicación, tolerancia, respeto, comunicación y amor (aunque este último tampoco es indispensable). Ojalá y el papelito y la fiesta fueran suficientes para vivir hasta que la muerte los separe, pero no es así. Es tan difícil que por eso hay tantos divorcios (o parejas infelices, porque muchas no tienen el valor para divorciarse, o no les conviene $$$).

Eso sí, creo que una vez que decides compartir tu vida y tu espacio con otra persona (llamémosle matrimonio, para fines prácticos), uno debe cumplir con ciertos roles, y a pesar de sonar anticuada, considero que los roles de la esposa deben ser siempre hacerse cargo de la casa (que no quiere decir hincarse a limpiar el excusado con cepillo de dientes) y la comida diaria, procurar a la pareja (con amor y otros menesteres, según sea el caso). Me parece patético (ahí sí, emitiré un juicio igual que el de ellas) que ciertas mujeres pretendan casarse, quieran una boda y un matrimonio de película pero no sepan cocinar ni unas quesadillas, no estén dispuestas a limpiar (ni a pagarle a alguien porque limpie), ni hacerse cargo de la casa, PERO, eso sí, esperen que él sea el sustento económico y que las apoye en todo lo que necesitan para cumplir sus sueños (léase, embarazarse y dejar de trabajar para "cuidar" a los hijos)...

Vamos, si queremos una vida tradicional, a chingarse que también les toca hacer lo propio. Y si no, por favor, cierren la boca porque, como harán boda, estaremos invitados a opinar sobre su fracasado matrimonio