lunes, 26 de septiembre de 2011

La maldición de la tecnología

Uno pensaría que me da tranquilidad saber que no soy la única persona en este mundo que está maldita por la tecnología (seguir leyendo para saber de qué va la maldición), pero la verdad es que no me hace sentir bien, de hecho me enoja que lo digan (Ver Pero a él también le pasa). El caso es que, por alguna HORRIBLE razón, tengo muchos problemas con las impresoras. Y no digo un problemita, sino una batalla titánica que desde los tiempos en que estas dejaron de ser de papel con hollitos (era la neta quitarle las tiritas y luego hacer gusanitos de papel... ya saben, yo la amante de las nimiedades) he tenido que pelear.

De verdad, recuerdo que desde la prepa tuve que lidiar con las impresoras, en esa época con  una mugrosa impresora HP que "era" compatible con la Mac que teníamos... horrible... y así ha sido siempre, con cuanta impresora me cruce. Por supuesto, el problema no es este, eso se podría solucionar de una forma muy sencilla: pedirle siempre a alguien más que imprima mis documentos (o de plano no imprimir, y así ayudar al planeta). PERO NO, el problema es que conmigo no funciona, y cuando viene alguien a ayudarme, o solucionar el problema, la mugrosa impresora sirve a las mil maravillas. ¡Lo odio! No sólo porque un problema intermitente es bien difícil de solucionar, sino porque te hace quedar como una reverenda pendeja frente al ayudador. (Igual que cuando se te descompone el coche, o le escuchas un ruidito al motor, llegas al mecánico o con el novio y el pinche ruido desaparece: maldición).

Hoy, algo pasó en mi vida maldita que hizo que cambiara el patrón: el escáner que tengo en mi lugar (soy bien feliz porque tengo un escáner hermoso y veloz en mi lugar, aunque no lo use para escanear mis documentos, pero me hace sentir como Akaki Akákievich) "saca" unas manchitas y tres líneas paralelas en todas las hojas escaneadas. I*** me pidió que le escaneara un documento y luego buscó a alguien más que lo hiciera porque "mi escáner sacaba manchitas y rayitas". Yo, muy indignada por la crítica a mi amado en la oficina, decidí hablarle a los de sistemas. El maravilloso Al*** vino a ayudar, le pasó espumita por el ¿? y le limpió y limpió, y luego le echó aire comprimido, toda una chulada. Cuando terminó el proceso de limpieza volvimos a escanear un documento y ¡ya no tenía las líneas! pero sí que tenía las manchitas. Así pues, le llamó al chico del Laboratorio de Sistemas (que está al lado del Laboratorio de Cajeros) para que viniera a ayudarnos, quien no pronto y presuroso llegó, le pasó el trapito (franela, por supuesto) y pidió que hiciéramos una prueba  y ¡Oh sorpresa! salió increíble la impresión. Obvio, no resulta claro el motivo por el cual esto me parece maravilloso, así que aquí va:
Si a un ingeniero en sistemas le pueden pasar estas vergüenzas de que las cosas funcionen intermitentemente, ¡que me pase a mí es cosa de nada!




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