sábado, 1 de octubre de 2011

Ellas también lo tienen grandote

Y sí, estoy apelando JUSTO a eso que están pensando: al falo. Claro, no quiere decir que ellas realmente tengan uno, sino más bien a la extensión o proyección más famosa del mismo entre los hombres: EL AUTOMÓVIL. Todos sabemos que los hombres proyectan el tamaño (por falta o representación objetiva) de su falín en el automóvil que compran, y que éste se convierte en una extensión de ellos mismos, razón por la cual lo cuidan, le hablan como si fuera un ser sintiente y pensante y, sobre todo, no pueden salir sin él*.

Hasta aquí ninguna novedad. La novedad es justo el título de este blog: la relación fálica entre las mujeres y sus automóviles. ¿Se han fijado que las viejas NO saben ir a algún lugar si no es con coche (nos referiremos sólo a las mujeres que ya tienen coche, las otras, por obvias razones, aquí no existen)? Hayan o no utilizado el transporte público, son incapaces, una vez que son "dueñas" del volante, de soltarlo. Conozco a algunas que inclusive a la tienda van con coche, a LO QUE SEA. Y no, no es que no sepan caminar o no tengan patitas, es que para ellas caminar o andar en transporte público es cosa de nacos, pobres, y pendejos. ¿Para qué caminar cuando puedes andar en coche? No es chick, ni nice ni fancy ni ninguna de las anteriores usar las patas [para algo más que ponerles unos tacones, o levantarlas hacia el cielo, con o sin tacones (ji ji ji)], así que ellas viven en el coche.

Si ahí se quedara al cosa, sería patético e irresponsable (eso de contaminar sólo porque te crees superior a los demás, es más que imbécil, por no decir reprochable), pero tal vez no trascendería mucho. El problema es que estas pinches vacas locas (apodo para toda aquella mujer que maneja y vive el manejar como Cruela DeVil) van por las calles como si les pertenecieran, son neuróticas, viven pegadas al pinche claxon, les gusta mentar la madre, aventar lámina, ser groseras con los demás conductores, motociclistas, peatones, ciclistas, policías y Dios padre. Si, cuando uno va tarde, se estresa, pero la culpa es propia y los demás no tienen por qué sufrir las consecuencias de una neurosis auto provocadas (porque, lo siento, pero si decides ir a trabajar hasta Santa Fé, y vives en el culo del mundo, estás pero bien pendeja si crees que el tránsito va a ser algo agradable. Y, no lo olviden, es responsabilidad de ellas: si te estresa o molesta el tránsito, trabaja por tu pueblo PUNTO).

A mí me súper indignan estas mujeres, si no controlara mis institos asesinos y sociópatas, les rompería el parabrisas a todas y las golpearía, porque ante la pendejez, el narcicismo y la neurosis, no hay razón que valga, sólo la violencia (Ver Momentos éticos). No entiendo por qué creen que la calle existe sólo para ellas, que el tránsito es una maldición que Dios les envía sólo a ellas (si pensaran, se darían cuenta de que el tránsito está lleno de pendejos que no quieren queremos soltar el pinche coche) y que la única acción posible ante ello es la violencia. Sí, confieso, yo antes era una neuras al volante, pero de repente un día dejé de serlo (los milagros existen) y, aunque muy en contra de mi voluntad (luego lo explicaré, en otro post), manejo desde la colonia del Valle a Santa Fe de lunes a viernes, pero ya no lo vivo como antes. Ahora, me voy con muuucho tiempo de antelación, con mi cafesito, música y kilos y kilos de tolerancia (porque sé que si soy parte del problema, lo menos que puedo hacer es ser cívica y educada y empática y respetuosa) y, lo más importante, dejo pasar a los automovilistas, ciclistas, motociclistas y peatones; si sé que voy a estorbar, prefiero no avanzar; voy con calma; nunca toco el claxon (salvo para preveer un choque); y respeto TODAS las señales de tránsito. Suena ñoño y tal vez lo sea, pero sé que así hago lo mínimo que puedo, no contamino auditivamente, y le doy algo a alguien más, dejo de pensar que el mundo gira a mi al rededor y que todos los demás son una bola de pendejos que sólo existen para darme en la madre y hacerme enojar (que los hay, los hay). Tal vez no llegue antes al trabajo, pero llego con una sonrisa, contenta y cante que cante. ¿Cuántas de las vacas locas pueden decir eso?


Me desvié completamente, mi intención en este post era expresar lo mucho que me enoja la falta de cultura cívica de las conductoras, pero al final me ganó el optimismo, y resultó ser más bien algo que me hace sentir bien sobre quién soy y cómo me comporto. Ahora sólo espero que ellas también suelten el volante de vez en cuando, usen los pies y las piernas para caminar, disfruten del transporte público (u otros vehículos que contaminen poco o nada)... vamos, que se comporten como miembros pensantes de una sociedad y no como unas pendejas egoístas.




*Aquí hago gala del enorme conocimiento científico del que gozo. Estoy emitiendo un juicio absoluto a partir de los prejuicios ampliamente conocidos entre la sociedad, nada más.

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