miércoles, 12 de octubre de 2011

Ellas también lo tienen grandote (Versión acertada)

El 1° de octubre escribí este post, pero por alguna extraña razón (que aparece todas y cada una de las veces que escribo), me desvié del tema del que quería hablar. Antes era muy exigente con eso, no lo permitía, pero después me pareció que si me desviaba era por alguna razón (inconsciente) y que yo no era nadie para ir contra eso, así que lo dejaba fluir. El único problema es que este post en particular, me gustaría que no se quedara desviado, porque es algo de lo que quiero escribir exhaustivamente (o, por lo menos, intentarlo).
Entonces, retomo el hilo del post:

Y sí, estoy apelando JUSTO a eso que están pensando: al falo. Claro, no quiere decir que ellas realmente tengan uno, sino más bien a la extensión o proyección más famosa del mismo entre los hombres: EL AUTOMÓVIL. Todos sabemos que los hombres proyectan el tamaño (por falta o representación objetiva) de su falín en el automóvil que compran, y que éste se convierte en una extensión de ellos mismos, razón por la cual lo cuidan, le hablan como si fuera un ser sintiente y pensante y, sobre todo, no pueden salir sin él*.

Hasta aquí ninguna novedad. La novedad es justo el título de este blog: la relación fálica entre las mujeres y sus automóviles. ¿Se han fijado que las viejas NO saben ir a algún lugar si no es con coche (nos referiremos sólo a las mujeres que ya tienen coche, las otras, por obvias razones, aquí no existen)? Hayan o no utilizado el transporte público, son incapaces, una vez que son "dueñas" del volante, de soltarlo. Conozco a algunas que inclusive a la tienda van con coche, a DONDE SEA. Y no, no es que no sepan caminar o no tengan patitas, es que para ellas caminar o andar en transporte público es cosa de nacos, pobres, y pendejos. ¿Para qué caminar cuando puedes andar en coche? No es chick, ni nice ni fancy ni nada parecido usar las patas [para algo más que ponerles unos tacones, o levantarlas hacia el cielo, con o sin tacones (ji ji ji)], así que ellas viven en el coche.

Una de las maravillosas consecuencias de esta relación amorosa/fálica con el coche es la capacidad que tienen de hacer cualquier cosa en él (el coche, que no el falo): maquillarse, cambiarse, hablar por teléfono, twittear, mandar mensajitos (todas mientras manejan), comer, cantar, bailar y pensar en mil madres [En esto, lo confieso, yo soy una de ellas, soy capaz de hacer muchísimas cosas, de forma simultánea, tanto dentro como fuera del coche]. Y, si fueran capaces de hacerlas todas bien, no habría problema, pero no es así: andan por la vida aventando lámina, casi atropellando a cualquier cantidad de peatones, vamos, violentando a cuanta persona las rodea. Ése es el problema, bueno, eso y que no tienen idea de la relación que hay creado entre el coche/falo y ellas.

Justo ayer platicaba con mi concubinario A*** sobre las mujeres que dicen ser bien independientes y con unos huevotes de miedo, pero no hacen nada solas, o no son capaces de salir sin coche a ningún lugar. De repente te comentan que estuvieron en no sé dónde, y cuando preguntas si entraron al cine (o algo parecido) contestan, infartadas: ¡No, qué feo entrar al cine sola! Como si el cine fuera un lugar en el que la compañía es indispensable (porque, ya saben, uno ahí habla, platica, ve a la otra persona, baila, etc.). Bueno, pues pasa lo mismo con el coche, ni de chiste salen sin él, ni por asomo son capaces de subirse a un transporte público (bueno, sólo a los taxis ejecutivos y de sitio) o de caminar, si la distancia es relativamente corta.

Y no, nada tiene que ver, realmente, la inseguridad en la Ciudad. No quiero decir que no sea un factor importante y digno de considerar, sólo digo que no es, de facto, la razón por la que no salen; tan es así que son capaces de meterse, con el coche (por supuesto) a zonas de muy dudosa seguridad, donde sí hay un riesgo latente y objetivo. No, la razón por la que no salen sin el coche es porque las han educado a ser así: dependientes del falo y del coche.

Digo dependientes del falo porque, aceptémoslo, muy liberales, contemporáneas y demás, pero las mujeres de ahora fuimos educadas igual que las de antes: a depender de un hombre. No importa lo que hagamos, lo exitosas que podamos ser, todavía escuchas a TODAS (o, al 99.9% de ellas) las mujeres diciendo que ellas quieren casarse, que creen que si no tienen hijos no se realizan como mujeres, que la vida de soltera y solitaria es horrible. Quienes tienen novio/marido/concubinario, miran a sus amigas solteras con desprecio y lástima, porque les falta una parte importantísima: un falo hombre.

Curiosamente, muchas de estas mujeres terminarán con hombres que no las hagan felices (es decir, con hombres que no son los adecuados para ellas, y en quienes depositen todas las expectativas de su felicidad, que nunca podrán ser satisfechas y ellas solas serán, por su culpa, infelices), divorciadas, casadas pero padeciéndolo, volcadas en sus hijos para no pensar lo inexistente que es su relación, o solteras pero muy amargadas. 

Es que, sin un hombre no valemos la pena, no estamos completas (que no sin un compañero, alguien que te acompañe, ame, con quien crezcas, que crezca contigo, etc.) y, para sumarle más a la ironía, como nuestros padres tampoco quieren que nos casemos a los 15 o muy jóvenes, nos enseñan que es indispensable tener un coche. Así, por lo menos, tendremos un gran falo que nos acompañe en nuestra eterna búsqueda de un hombre...

*Aquí hago gala del enorme conocimiento científico del que gozo. Estoy emitiendo un juicio absoluto a partir de los prejuicios ampliamente conocidos entre la sociedad, nada más.

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¿Soy sólo yo?