martes, 4 de octubre de 2011

Lo damos por hecho

Ayer recibí un correo de F***, un amigo que conocí hace 12 años, y con quien he tenido una relación extraña (a veces muy cercana, otras lejana), pero a quien quiero y aprecio muchísimo. Decía que justo ayer me envió un correo, y me conmovió hasta la médula, me pareció uno de los correos (cartas, mensajes, palabras) más hermosas que alguien pueda escribir, y no porque fuera romántico (todo lo contrario), sino porque era honesta, porque a veces damos por hecho que el otro sabe lo mucho que lo queremos y nunca se lo decimos, como si las palabras de cariño, respeto, admiración, amor, fueran exclusivas para la pareja; así que vamos sin decirle a los amigos lo mucho que significan para nosotros, lo maravillosos que son, inclusive lo guapos y sensuales que puedan ser (sin sentir miedo de que pueda tomarlo como una propuesta). Palabras que expresan lo que esa persona y la amistad significan para nosotros, pero también lo que él (o ella) es en sí mismo, independientemente de qué recibes tú.

¿Por qué si decimos que los amigos son importantísimos y demás, nunca se los decimos? Vamos por la vida dando por hecho que la amistad durará, que ésa persona ya lo sabe y que no es necesario decirlo (o que sería cursi hacerlo) y, a veces, algo pasa y no vuelves a verlos (por decisión, muerte, lo que sea) y te quedas así, sabiendo que él/ella ya no está, y tú no le dijiste que era importante...

Pasan muchas cosas que no podemos preveer, y se nos olvida decirle a quien queremos eso: que los queremos.

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