martes, 20 de noviembre de 2012

Cuídate

Sí, soy bien cuadrada, me gusta que el mundo, principalmente el mío, funcione como YO considero que es la mejor opción. PERO, también soy una persona tolerante, mucho más de lo que puedan creer los que me conocen (aunque, si me conocieran, lo sabrían), y entiendo que cada quien tiene inconsciente, deseos, necesidades y demás. El problema empieza cuando queremos que los demas hagan lo que uno quiere, o cuando emitimos juicios sobre su actuar en función de nuestras necesidades.

Claro, aquí viene el ejemplo.

Por varias situaciones (algunas ya escritas aquí), he pasado unas semanas de muchísimo estrés, angustia y pánico. No han sido días normales, aunque yo he sido más yo que en los últimos años (cosa extraña, lo sé). El único gran síntoma que he presentado es la falta de hambre. El último mes prácticamente no he tenido hambre (y yo no perdonaba una comida, así como los hobbits) y he comido muy poco. Como buena estudiante de psicoanálisis, lo veo como un síntoma y decido dejarlo hablar, no callarlo ni negarlo; si está aquí y se presenta es porque mi inconsciente habla y mi única respuesta debe ser escucharlo, no hay ciencia oculta. Por supuesto, una cosa es que escuche el síntoma y otra que sea bien pendeja, y no.

Esa es la razón por la que decidí comprar suplementos alimenticios y desayunar uno, así por lo menos sé que una gran cantidad de nutrientes y vitaminas entran en mi cuerpo, y no me desnutro. Además, todos los días procuro comer un poco de carne, pollo, algo con proteínas. 

Lo que me enoja es que cuando he comentado mi falta de hambre, quien escucha suele contestarme con un diarréico: cuídate, por favor, no te descuides, no te puedes enfermar ni tener anemia ni nada parecido. ¿Pero qué no ven la diferencia? ¿No es claro que si estoy tomando suplementos alimenticios y comiendo cárnicos, me estoy cuidando? ¿En qué mundo sería mejor que comiera como cerdo? O, peor aún ¿que negara que algo me está pasando y que afecta, que no logro verbalizar del todo, que escapa de mi conciencia?

Y, al final, mi pregunta es ¿no es mi vida? ¿no he mostrado que puedo hacerme responsable de ella y de mis decisiones? ¿dónde queda la confianza? (aunque esas sean tres preguntas, no una).

sábado, 17 de noviembre de 2012

Haruki Murakami

Podría afirmar que todos hemos escuchado algo de este escritor japonés, tal vez hasta que en los dos últimos años ha sido un probable candidato para el Premio Nobel. Es más, muchos podrían ya tener una opinión sobre él, buena o mala. Yo, por mi parte, tenga una opinión muy clara sobre él, y es buena. Pero, comencemos por el principio.

Hace un año, en mis múltiples visitas a las librerías, veía los libros de un autor oriental, Haruki Murakami, no sabía nada de él, sólo que había muchos libros suyos. Tomé, en alguna ocasión uno y leí la contraportada, pero no me pareció muy interesante; sonaba interesante, pero no tanto como para arriesgarse, así que lo dejé pasar. El problema era que cada vez que iba a la librería los veía y ellos me veían a mí, había un poco de comunicación pero yo seguía incierta. Claro, como siempre pasa, un día decidí que sería buena idea leer aunque fuera uno de sus libros, así que le pregunté a un chico que trabajaba ahí, y su respuesta fue "es muy onírico, yo no lo he leído porque no me gusta esa literatura, pero todos dicen que Sputnik, mi amor es buen libro". No puedo creer que le hice caso al mentecato ese, un chico que se dedica a vender libros y ¡no lee ni sabe de libros! es el colmo de los colmos.

De todas formas, decidí comprar el libro, y leerlo. Para ser honesta, me pareció que estaba muy escrito, pero la historia no me fascinó. Además, no es onírico, pues esa palabra significa relativo a los sueños, es más bien realismo mágico o realidad alternativa, es decir, son historias que acontecen en nuestro mundo y realidad, pero también pasan cosas que "no existen" o que no son parte de nuestra realidad, hay una realidad mágica, alternativa. No sé bien cómo describirlo sin que suene a García Márquez o Tolkein. El asunto es que pasa en la realidad, pero tiene tintes de ficción.

Entonces, Sptunik, mi amor, no me gustó mucho, pero tampoco me disgustó como para dejar a Murakami por la paz, había algo en su forma de escribir que me interesaba mucho.

Cuando compré las obras completas de Freud, me dieron muchos, pero muchos puntos para comprar más libros, así que me aventuré a comprar 1Q84, tenía que descubir cuál era la razón de que fuera un Best Seller, por qué se hablaba tanto de él. Oh sorpresa mía cuando lo leí. Estaría de más decir que lo leí rapidísimo, los tres libros en tres semanas (son 1,500 páginas, aproximadamente), y que me parecó increíble, muy bien escrito, una historia novedosa, sencilla pero con personajes complejos... vamos, que hay que leerlo.

Así, Murakami ingresó en mi lista de escritores favoritos y consentidos. En una siguiente visita a la librería, compré Tokio Blues y El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. No he leído Tokio Blues aún, y llevo la mitad de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, y éste, me parece que es, por mucho, su mejor libro. La forma en que escribe, cómo describe a los personajes, sus pensamientos, las situaciones, es impresionante, acertada, compleja. 

No quiero contar de qué van los libros, porque sin duda deberían leerlos y, después, podríamos platicar sobre ellos.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Arriba del refrigerador

Con los cambios caseros que vivo, hoy surgió una pregunta ridícula en mi cabeza, completamente sin importancia, pero que me ha dado vueltas la última hora, así que he decidido escribirlo.

¿Para qué sirve la parte de arriba del refrigerador? ¿Alguien lo ha pensado?

Y no, no tiene una respuesta tan sencilla, aunque parezca. Tal vez, es algo que nadie nunca ha pensado con detenimiento, pero ahora que está aquí, no nos queda de otra. Arriba del refrigerador... si el refrigerador está empotrado en un lugar especial para él en la cocina, no hay nada más, simplemente pared o anaquel o lo que sea, pero, si el refrigerador simplemente ocupa un espacio en la cocina, la parte superior está al descubierto y libre... ¿para qué? En mi caso, encima de él está el microondas y un montón de cajas y cosas que no solemos utilizar nunca, y las herramientas. Pero, me sigo preguntando, ¿qué haces con ese espacio? Si el techo de la cocina es alto, tienes mucho mucho espacio hacia arriba y, no usarlo, sería un desperdicio. Así que, te planteas la pregunta ¿qué pongo ahí encima? ¿Cosas que no uso? ¿Otros accesorios y menesteres para cocinar? ¿Qué?

Es muy misterioso, MUY misterioso, y lleva a un montón de decisiones que eventualmente tendrás que tomar. Sobre todo si eres como yo y cada cosa tiene un lugar determinado, así como que todos los espacios que existen deben ser ocupados para algo (así sea para ser vacíos, es una decisión que debe tomarse y mantenerse).

¿Existen más lugares misteriosos en la casa? ¿Otros espacios que permanecen como misterio porque cada persona les da un uso diferente?

sábado, 10 de noviembre de 2012

Asuntos pendientes

Solemos ir por la vida sin considerar el futuro, no los planes o fantasías que tenemos sobre nuestro futuro, sino más bien lo que puede pasar después, dando vuelta en una esquina, los imponderables que a veces arrollan nuestro ser, lo inesperado.

La vida es un plan, una gran fantasía y sólo pensamos en eso y en naderías. Y, de repente, te golpeas contra lo Real, eso que existe y está y no has ni considerado ni imaginado ni simbolizado, lo que ni siquiera sabes cómo nombrar, expresar, sentir. De madrazo lo tienes ahí y se te mete, comienzas a sentirlo en la boca del estómago, en el corazón, en el pulso, el sudor, la piel, la espalda... todo el cuerpo se llena de realidad y pierdes control. Buscas palabras para explicarlo, entenderlo, pero no las encuentras; escuchas una voz en tu cabeza que grita y llora y berrea de dolor y angustia y no puedes callarla, no puedes pararla, ni siquiera puedes entenderla o sentir empatía. Todo tu ser ha sido invadido de eso: angustia.

A veces, cuando lo Real está aquí, cuando la angustia te respira, sientes que vas a morir de dolor, deseas morir sólo para que pare, es insoportable, y no sabes siquiera si en algún momento se irá. 

Ante lo inesperado y una posible muerte, te preguntas qué has hecho, cómo pudiste pasar tanto tiempo perdido en pendejadas cuando lo importante estaba ahí, ignorado, arrumbado. Cuando tu padre está tan enfermo en el hospital y nadie sabe si vivirá o no, te preguntas si tienes asuntos pendientes, si has sabido perdonar, entender, aceptar, querer... cuando has perdido a las personas amadas y más importantes, aprendes que el tiempo no está comprado, que cualquier día vienen los muertos por alguien más; y sólo tienes una opción: no dejar asuntos pendientes, ser y sentir sólo eso, lo que eres y sientes, aceptar y escuchar a los demás, dejar las expectativas a un lado y aprender a vivir con el otro como él/ella es, sin más.

Cuando la muerte está tan cerca, la angustia te ahoga y corroe, la incertidumbre es absoluta. Agradezcco que, pase lo que pase, no tengo asuntos pendientes, que he amado, aceptado y disfrutado a mi papá como él es, sin esperar más, que he dejado las expectativas, reclamos y necesidades no cumplidas atrás. Que hoy, ya no importa lo que pasó, sino lo que vivimos en el presente, y que si no hay un futuro, tampoco habrá nada que cause culpa, palabras que no se dijeron, dolor por haber dejado pasar momentos importantes.

Si la muerte llega, sé que el tiempo que tuve fue aprovechado.

martes, 6 de noviembre de 2012

Enjundia

Tiene mucho que no escribo sobre las palabras. Es una desgracia y vergüenza, pero con el tiempo retomaremos esta actividad diariamente.

Para el día de hoy, escogí una de mis palabras favoritas ENJUNDIA, y no porque la palabra en sí me parezca hermosa, más bien por lo que implica. Yo soy la reina de la enjundia, me emociono y canto por cosas "insignificantes", soy intensa en clase, cuando hago ciertas actividades... vamos, que le echo enjundia y emoción a mi vida.

Como era de esperarse en mí, de repente me surgió la duda del significado, podría ser otra palabra que yo use como si supiera qué significa, y en realidad no sé qué significa. Así pues, el DRAE me ayuda:
enjundia.
(Del lat. axungĭa, grasa para el eje).
1. f. Gordura que las aves tienen en la overa; p. ej., la de la gallina, la pava, etc.
2. f. Unto y gordura de cualquier animal.
3. f. Parte más sustanciosa e importante de algo no material.
4. f. Fuerza, vigor, arrestos.
5. f. Constitución o cualidad connatural de una persona.

Obviamente, casi muero de la risa al leer las primeras dos definiciones. Primero, porque no sé qué diablos es la overa, y mucho menos sabía que las aves tuvieran una; después, porque el unto tampoco es una palabra que conozca (¿¡Qué pasa!?); y, finalmente, porque yo no pienso en gordura ni nada así cuando digo que soy enjundiosa (todavía me quedan unas carnes extras, pero son las menos).

Las siguientes tres definiciones me gustaron más, sobre todo la tercera, que sea la parte más sustanciosa e importante de algo no material lo define completamente, incluso más que la fuerza, es ese extra, ese algo, que le da un valor o lugar diferente. Me gusta.

Menos mal que sí soy enjundiosa cuando digo que lo soy. Y, sobre todo, que le puedo echar enjundia a la vida.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Es como andar en bici

Me encanta esa frase "es como andar en bici, una vez que aprendes, no lo olvidas", el problema es, ¡cuando no sabes andar en bici!

Que era mi caso. Bueno, para ser exactos, sí aprendí a andar en bici de niña, pero no lo disfrutaba, los nervios del principio, cuando la bici se mueve horrible y no te equilibras, saber que en un segundo puedes terminar tirada en el piso por tonta... no ayudan a disfrutarlo, así que yo dejé la bicicleta muy chica y no la volví a usar.

Mi primera bici era hermosa, no sé si fue regalo de cumpleaños, navidad o reyes, pero era una bici rosa, con canastita, rueditas, y yo me sentía la reina de las flores en ella. Iba arriba y abajo en casa de mis abuelos, le ponía cosas a la canasta, era muy feliz. Después me regalaron/compraron una bici roja, muy bonita, pero recuerdo que no la disfruté tanto. Vivíamos en una privada de edificios y había espacio para andar en ella sin peligro, pero no me gustaba, no estoy segura de por qué (o tal vez sí, pero no lo recuerdo). Por alguna extraña razón, cuando cumplí 9 pedí una bici "con velocidades", de esas que son bien chingonas y para "profesionales". Tampoco la usé mucho, de hecho ni recuerdo qué pasó con ella; sólo recuerdo que no salió buena y tuvimos que cambiarla por otra, y tal vez esto terminó con el gusto por ella.

Al final, a los 10 años dejé de usar bicicletas y no me interesaba subirme en ninguna. Así pasó el tiempo, y desde hace 2 años, me entraron ganas de tener una, de andar en la ciudad en bici, de poder transportarme de una forma sana y menos complicada que un auto. Vamos, tenía muchas ilusiones por tener mi bici, P E R O, no sabía andar en bici y aprender otra vez me aterraba. De hecho, me daba tanto miedo subirme a la bicicleta y comprobar que no podía, que retrasé y retrasé mi plan de comprar una. Lo peor es que, aunque quería tener una y usarla, no podía con el miedo, la inseguridad, la posibilidad de frustración e incapacidad. ¿Qué tal que yo fuera la excepción? ¿Que no pudiera andar en bici? Mil preguntas que, sin tener certeza de poder, me impedían hacerlo.

Ahora, que me he encontrado y he decidido dejar de postergar lo que quiero, me decidí a aprender. Así que, pedí asesoría teórica y el sábado, con todos los nervios del mundo, un miedo terrible y mucha emoción, tomé la bicicleta de Ángel y salí a aprender. Arriba de una banqueta (para evitar que me mataran los coches), de una esquina a otra, con calma, yo sola, sin problemas ni presiones...

¡Cuánta emoción y estrés! ¡Cuántos nervios! Y, sobre todo, cuánta felicidad por darme cuenta que sí sabía andar en bici, que era capaz de equilibrarme, de no estamparme con las paredes o árboles, que podía frenar y no terminar en el piso. Claro, la voz en mi cabeza se la pasaba gritando, en cuanto me preparaba para subir los pies a los pedales, escuchaba un grito de terror/emoción en mi cabeza, y yo contestaba "con calma, no pasa nada, sí podemos, no es tan malo" y la voz gritaba y gritaba y gritaba. Afortunadamente, mi emoción y "éxito" pudieron más que ella, y después de una hora de ir de esquina a esquina en la banqueta, me agarré los huevos, bajé la bici, y anduve cuadra y media en la calle, con coches pasando cerca de mí, hasta mi casa. ¡Como si hubiera ganado el Nóbel! La emoción, el orgullo, la felicidad, todo corría por mi cuerpo y sólo quería bailar como duendecito feliz. Así de fácil, en un rato pude tomar las riendas de mis miedos y reaprender algo y disfrutarlo.

Para que vean de qué estoy hecha, ja. El domingo salí a que me enseñaran a dar vueltas, porque ese fue el problema el sábado, no sabía dar girar y no podía dar la vuelta a la cuadra. Y aprendí. Con un poco de dificultades y miedos, pero ahí iba, vuelta cerrada, zigzag, vuelta abierta, la voz grite y grite, mucha emoción, niños a mi alrededor demostrando que ellos YA sabían andar en bici (y yo estoy muy grande para apenas aprender, eso es un hecho).

A veces no entiendo cómo puedo pasar tanto tiempo sumida en miedo y no vencerlo, domarlo y hacer lo que quiero, el placer obtenido es mucho mayor que el miedo, el problema es lo mucho que lo retraso. Eso sí, ahora que el miedo no será quien mande, seguiremos aprendiendo, capaz que en una de esas nos damos  cuenta de que somos más y podemos más de lo que siempre pensamos.

Sería una grata sorpresa.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Interpretaciones, pero a la letra

Todos hemos escuchado algo sobre psicoanálisis y sobre Freud, sabemos que plantea que cada individuo tiene una parte consciente y otra inconsciente, y que esta parte inconsciente se manifiesta, de vez en cuando (o siempre) en lo que hacemos, decimos o callamos. También hemos escuchado que existe el complejo de Edipo y que todos fantaseamos con tener relaciones sexuales con nuestra madre (si se es hombre, o con el padre, si se es mujer). Es más, habrá quienes saben que el psicoanálisis es un tipo de "terapia" que se realiza en un diván.

Ese inconsciente que tenemos se interpreta, porque no "habla" él solo, sino que se cuela en el discurso. Seguro les ha sucedido que de repente dicen algo que no querían decir, se equivocan en un nombre, olvidan un compromiso, etc. Hasta hace poco, me di cuenta (en una clase) que el inconsciente sí se interpreta, pero no como yo lo había entendido, o como creo que todos lo entendemos: se le da otro sentido diferente a lo dicho, se le busca algo escondido y tratamos de encontrar una razón, desconocida, por la que se manifestó.

La interpretación que se hace del inconsciente es, en términos Lacanianos, a la letra, es decir, que el inconsciente habla de forma literal, se manifiesta así, ahí, y no hay que buscarle ningún sentido oculto o sexual. Es más, en caso de que el discurso del inconsciente no sea claro, sólo quien lo dijo (el dueño del inconsciente, vaya) podrá darle peso o sentido a sus palabras. Yo, como escucha, no puedo decidir que se equivocó porque seguro estaba pensando que su novia el otro día le dijo que Juan era un chico muy guapo y él se sintió inseguro, porque cuando era niño, la mamá lo "abandonaba" para irse a trabajar y él lloraba mucho. No, aunque suene más interesante y tipo telenovela, no funciona así. Es más, si quien habla se equivoca y no lo rectifica, o reconoce o da importancia es, simplemente, porque no la tiene.

Así que, aquí estamos nosotros, en un mundo donde no hay "intenciones escondidas", en el que lo que se dice es sólo lo que se dice, independientemente de que lo sepamos o no (es decir, sea consciente o inconsciente). Y esto, podría facilitar mucho las relaciones con los demás, porque le quitamos el melodrama y la angustia, dejamos que sea simplemente lo que es y que lo "oculto", permanezca ahí, hasta que se manifieste.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Correr

No sé por qué razón, pero a pesar de que de niños mi hermano y yo fuimos a clases de gimnasia, tenis, karate, natación, básquet, no me hice aficionada al deporte. Sí, íbamos a clases y las disfrutaba mucho, sobre todo el tenis, en el que soy bastante buena (y ¡zurda!) y el básquet, pero en ningún momento sentí esa necesidad o pasión por el deporte, el ejercicio, el esfuerzo físico. No, nada.

Podría excusarme y decir que es culpa de mi papá, porque mi sueño de niña era el atletismo y a pesar de que me llevó a ver las pistas y demás en la UNAM, nunca me inscribió... también podría decir que fue culpa del maestro de natación que tuvimos de muy niños, que amenazaba con dejarme en lo más profundo de la alberca sin flotadores si no le decía cuantas veces él quería, mi nombre (a él o a las tontas que se le acercaban y les ofrecía que yo dijera mi nombre ¿?), de hecho lo hizo en una ocasión. Pero no creo que el punto vaya por ahí (que no es que no me guste echarle la culpa a los demás, vamos, son cuestiones diferentes en este momento), más bien va por el problema de la compañía.

Para mí (otra de mis teorías), el ejercicio es una actividad social, no tanto porque la hagas junto a otra persona, sino porque implica, en mayor o menor medida, convivir con otras personas. Si haces un deporte que implica competencia, ahí está el otro; si es un deporte que se realiza en equipo, también; si sales a correr al parque, hay otras personas ahí y de una u otra forma convives con ellos. Es una actividad personal (en cuanto a los efectos y beneficios), pero sin duda social. Y la verdad, mis amigas y familia nunca se destacaron por el gusto al ejercicio. Así que yo, tampoco; porque también es un hecho que antes hacer cosas sola no me parecía ni tan sencillo ni tan padre.

Hace 8 años decidí inscribirme en un taller de flamenco (ya había tomado 2 años en la preparatoria, y me fascinó), sola, solita, sin nadie más. Comencé las clases y todas las chicas (curiosamente de la misma edad que yo, o alrededor) ya eran amigas, yo era un paria ahí. Así que me concentré en el zapateado, los brazos, la postura, las canciones, el dolor en los pies, la coordinación... y antes de darme cuenta, ya formaba parte del grupo de amigas, platicábamos, convivíamos, nos reíamos. Resultó una de las mejores experiencias de mi vida, porque era algo mío mío, pero además me había dado la oportunidad de hacer amigas, convivir con otras personas. De hecho, dos de ellas fueron amigas muy cercanas mucho tiempo.

Por cuestiones de tiempo, dejé de ir al flamenco, después pasaron mil cosas (que no contaré aquí) y no he hecho ejercicio de forma regular, como hábito, a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones. Acá entre nos, y no pueden decirle a nadie, mi sueño siempre ha sido poder correr un maratón (no correrlo tal cual, pero saber que lo puedo hacer), poner una pierna frente a la otra y llegar a algún lugar, tener condición física, subir varios pisos de escaleras y no llegar como el lobo de La Espada en la piedra...

El problema es que no es cosa sencilla, tampoco es tan fácil como ponerme tenis y salir al parque, estirar y ¡vámonos! a trotar un kilómetro, vaya, ni siquiera puedo trotar medio kilómetro. Sí, sí, dirán que es gradual, que nadie comienza y corre 10 kilómetros, que toma tiempo. Sí, lo toma, y lo importante es no rendirse, no dejar que la frustración o el cansancio me gane... la pregunta sería, ahora que comencé a correr ¿podré llegar a donde quiero?

lunes, 29 de octubre de 2012

Me perdí

¿Alguna vez se han perdido? No me refiero a físicamente o en algún lugar, si no dentro de uno mismo. A mí me acaba de pasar y no me había dado cuenta de que estaba perdida, porque eso pasa, uno sólo recuerda ciertos olvidos o se encuentra en algunas pérdidas, no en todas, y a veces pasa mucho tiempo y no lo notas.
Sigues tu vida como si nada, te ves y sientes y todo está igual, no hay cambios aparentes, todo funciona y haces lo normal. No hay nada qué pensar o meditar.

Y de repente...

Algo pasa y te das cuenta de que no estás aquí adentro de tí, ni siquiera sabes qué pasa, sólo notas algo raro, comienzas a hurgar, a pensar, a buscar y ves un poquito de luz ahí, justo debajo de una caja donde nunca pensaste encontrar algo. Te asomas y ahí está un cachito de tí, ése que tanto te gustaba, que te hacía quien eres, que emanaba vida y felicidad; está escondido y parecía perdido. Lo siguiente tampoco es tan sencillo, no es como sacarlo, sacudirlo y ponerlo en su lugar. No, primero hay que organizar todo lo demás, buscarle su espacio, quitar lo que ya no te sirve, lo que no debería de estar hasta adelante. También debes adornar y arreglar, hacer que todo esté impecable y funcione, prueba y error, reacomodo, ajuste, análisis, prueba.

Lo demás, resulta sencillo, ya estás otra vez ahí, te mueves y lo sientes, te vives y te gusta, sonríes y sabes que a partir de este momento, no queda más que avanzar con felicidad, gusto, con todo.

viernes, 28 de septiembre de 2012

No me da tiempo, no puedo hacer las dos cosas...

Recuerdo, hace muchos años, que mi hermano mayor decía que no podía estudiar y trabajar al mismo tiempo, que le era casi imposible y que por eso necesitaba ayuda de cuanto estuviera dispuesto a ofrecérsela. Yo, obviamente, lo consideraba una exageración, si yo había hecho mi licenciatura con uno y a veces dos trabajos y no tuve problema alguno, es más, hasta tiempo para ir al teatro y salir con los amigos tenía. No había excusas, así de fácil y sencillo.

O, eso creía yo hasta que empecé a estudiar la especialidad. Para quien no lo sepa, estoy haciendo una especialidad en psicoanálisis lacaniano (empecé en agosto y dura año y medio) y voy a clases lunes y jueves de 7:00-10:15. En principio, no suena tan terrible, ¿no? Son sólo dos días a la semana, de tres horass cada uno, ¿qué tan difícil puede ser? Claro, eso pensamos todos hasta que dimensionas:
Estoy estudiando psicoanálisis, los libros de Freud son complejos, leerlos toma tiempo, entenderlos mucho más... y, además, es psicoanálisis lacaniano, lo que implica leer a Lacan y él sí, escribe de forma casi inentendible, cada párrafo debe leerse varias veces y aún así no entiendes casi nada.

A esto le sumas que no lees sólo dos páginas para cada clase, no, lees el libro entero o el capítulo o artículo completo (y complejo), y, también están las lecturas opcionales...

Así que, si somos honestos, la cantidad de ensayos/libros/artículos y demás cosas que tengo que leer es E N O R M E, sobre todo porque no pretendo hacer una especialidad por "encimita", sino aprender todo lo posible, leer y estudiar todos los textos (por lo menos de Freud y Lacan) sobre cada tema, leer otros autores, etc. Y, me veo, en la misma disyuntiva de mi hermano (y le sumamos la incomodidad de aceptar que él tenía razón y yo no, a pesar de que lo critiqué durante AÑOS), que no puedo estudiar y trabajar al mismo tiempo, no da tiempo ni se aprovecha igual.

La última pregunta sería, si ya acepté mi derrota, ¿quién será el alma bondadosa que me apoyará?

viernes, 14 de septiembre de 2012

Los imposibles

Soy una mujer que disfruta los retos, soy terca y me gusta marcar metas y cumplirlas; soy ordenada, organizada y metódica; puedo proyectar escenarios en función de mis planes y considerar "el peor escenario" posible y, así, cumplir mis objetivos sin importar lo que pueda pasar. No soy un militar, porque odio seguir a alguien más ciegamente, pero fuera de ese detalle, pueden verme como uno.

Así que no me espanto, echo para atrás, o incumplo. O eso pensaba yo hasta que llegué a mi actual trabajo.

Aquí les gustan los imposibles, y no me refiero a cosas difíciles, sino IMPOSIBLES: qué velocidad de impresión tiene una impresora, ¿Cómo puedo saberlo si depende de la cantidad de imágenes (letras, números, etc.) por hoja, el tamaño de ellas y su "gordura", etc.? No hay forma alguna de saberlo o poder decirlo como una generalidad. Pero eso a los jefes les vale madres, ellos quieren saber y tú debes conseguir esa información. No hay más.

Y no es que yo no quiera, pero no puedo hacer más allá de cierto punto... Lo que no entiendo es si ellos son bien pendejos, necios, caprichosos, o de plano no saben para qué te contrataron...

martes, 11 de septiembre de 2012

¿Por qué nos comportamos así?

No me gusta mucho escribir sobre lo que me pasa, porque al ser un blog personal (es decir, que dice mi nombre) es ubicable no sólo la que escribe, sino las personas de las que escribo. Aún así, me parece que hoy es un buen día para soltar una duda o conflicto existencial que me embarga.

Quedé de verme con una amiga, entre mis horarios apretados y no sé qué de ella (porque no lo sé, no porque lo demerite), escogió el martes, hoy, a las 8:30. Yo quería verla, hasta tenía algunos "regalos" que darle; pero con todo lo que tengo que leer, las clases y el trabajo, verla a esa hora se me complicaba un poco si no era cerca o en mi casa y así, tal cual se lo expresé. Noe pregunten cómo eso tuvo como respuesta un "estás bien? porque me saca de onda que no puedas más que por tu casa" (por qué chingados no vernos por mi casa, notan ustedes también el abuso que se asoma? Porque cuando es en el café del edificio en que trabaja es normal, pero si es por mi casa...). Yo contesté (pendejamente, ahora lo veo) con la verdad: necesitaba tiempo para leer y desplazarme lo complicaba. No veo lo difícil o complejo o misterioso de esto, para mí era tan fácil como vernos por mi casa y que ella dijera que sí.

Obvio, no pasó, su respuesta amo mensaje fue: no prefieres mejor otro día? Y ahí sí que empiezan los problemas:
1. Si yo prefiero otro día, lo diría no? Que tengo boquita y ya estoy grande y puedo pedir lo que necesito, no?
2. Por qué no podemos vernos en mi casa o por mi casa? Por qué necesito justificarme?
3. Si es mi amiga, no debería ser más empática y menos melodramática?
4. Si a ella le molesta ir por mi casa (que estaría en todo su derecho aunque yo también en el mío de mandarla a la chingada por hacerme el feo... Pero eso es otro asunto), por qué no lo dice así? Por qué tiene que hacer "como si pensara en mi" cuando lo que hace es pensar en ella?

Y de aquí surgen mil preguntas, porque no entiendo por qué es tan complejo mantener amistades, por qué estamos acostumbrados a abusar y por eso nos molestan los límites que marcan los demás? Por qué no podemos ser directos? Por qué no dejar que casa quien se haga responsable de lo que quiere/necesita/desea? Por lo menos para pedirlo (si es el caso), y no andar por la vida con la expectativa de que el otro me dará lo que yo quiero sin pedírselo, o peor aún, sin reconocer que soy yo quien lo quiero y no él quien lo ofrece "por que sí"?

Sería mucho más sencillo si fuéramos más honestos con nosotros mismos y, como consecuencia, con los demás, no?

Soliviantar

Busqué sulimeñan, porque esa palabra la dicen en una canción (que no sé cómo se llama, sólo que dicen "son tus perjúmenes mujer, los que me sulimeñan) y siempre me ha dado curiosidad. Terrible que no exista según el DRAE, así que tuve que escoger otra y fue soliviantar.

(De soliviar).
1. tr. Mover el ánimo de alguien para inducirle a adoptar alguna actitud rebelde u hostil. U. t. c. prnl.
2. tr. Inquietar o alterar a alguien.


Yo, la verdad, es que pensaba que significaba algo opuesto, más bien tranquilizar a alguien, o incluso tener una actitud de alcahuete. No sé, darle chance que haga algo y apoyarlo; no lo que significa, ¿qué es eso de mover el ánimo a alguien para que sea rebelde u hostil? Me parece que no está padre. Sería como "amarrar navajas" y eso, no suena como soliviar.

Otra palabra más al grupo de las que no suenan como significan.

Pero qué rápido pasa el tiempo

A veces estamos muy metidos en lo que hacemos diariamente, en las tonterías que llevan nuestra vida (aunque creamos ser amos y señores de ella) y no nos damos cuenta de que el tiempo pasa y rápido, que en un respiro han pasado 3 años desde que murió mi abuela (se cumplen el jueves) y que muchísmas cosas importantes han acontecido, y no sólo eso, sino algo bien importante: yo he cambiado.

No lo digo como cliché o pose de que uno cambia porque así es la vida, bla bla bla. No, lo digo en serio. Me parece que hay ciertos sucesos en la vida de toda persona que "mueven" todo su ser: pensamientos, emociones, metas, vivencias, objetivos, valores, principios, prioridades, relaciones, todo; y esto nos reacomoda de alguna forma (sí, a quien no tiene ningún cambio, la vida "pasa" y ellos siguen como si nada, cual roca ante el viento) y nos obliga a mirar adentro tal vez más de lo que solemos.

Eso me pasó a mí (creo que ya lo dije), a partir de la muerte de mi abuela que fue, prácticamente mi madre y  quien más que querido en mi vida, cambié. Me di cuenta de que muchas emociones, actitudes y pensamientos "buenos" que yo tenía no eran de ella (como había pensado antes), sino míos, de que alguna forma yo los había interiorizado y hecho míos para después regresarlos, de alguna forma. Así, me convertí en una persona mejor (y no es que antes lo no lo fuera, pero lo importante es que uno lo sepa, lo viva, lo sienta, si no, es como si no existiera) y pude vivirme de otra forma. A partir de ese momento, el cambio parecía inminente (escuché en una película, La confesión,  que lo difícil no es saber qué es lo correcto, sino no hacerlo cuando ya sabes qué es), resignificar lo que hacía y quería; y no pude evitarlo, aunque sea un proceso que me ha tomado 3 años (y los que me faltan), me parece que ha funcionado, y no porque sea una mejor persona sino porque soy "más yo".

Sé que eso suena mal, raro, incómodo y pose, pero no. Soy de la idea de que uno pasa casi toda la vida siendo lo que alguien más quiere o creemos que desea, y no lo que nosotros deseamos, queremos o necesitamos; y, en ese "satisfacer expectativas ajenas" nos borramos o desaparecemos un poco (aunque podría decirse que eso también podría ser justo lo que somos... pero no quiero entrar ahorita en esos detalles). Eso era lo que me había pasado, me había desdibujado y, cuando murió mi abuela, tuve que reacomodar y me llevó, inevitablemente, a decidir si quería ser eso que era, o ser más yo.

Evidentemente, opté por ser más yo, por quitarme poco a poco todas esas actividades y objetos que me esclacizaban en vez de hacerme sentir mejor; dejar de esperar que el momento adecuado llegue y comenzar a hacer lo que quiero y deseo.

Porque, al final, no sabes cuánto te vas, pero lo cierto es que no te llevas nada, así que más vale aprovechar lo que hay ahora, mientras lo tienes y puedes.

P.D. Creo que no iba por aquí mi entrada de hoy, sino más bien hacia la tristeza, a cómo se acostumbra uno a vivir sin alguien aunque eso implique que siempre te falte, que el espacio que dejó quede vacío hasta el final. Y, el miedo de olvidar, porque si ella ya no está aquí y yo llego a olvidarla, no quedará nada (para mí) más.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Problemas lógicos

Como escribí ayer, ODIO LOS PROBLEMAS LÓGICOS, es un odio antiguo y bien arraigado a mi persona. Claro, en primera instancia los odio porque rara vez puedo solucionar alguno, pero es que mi mente siempre tiene una respuesta hacia ellos, que es bien lógica pero que no "juega con el problema" y por eso es inaceptable.

Pongamos un ejemplo: 

 EL EXPLORADOR CONDENADO. Un explorador cayó en manos de una tribu de indígenas, se le propuso la elección entre morir en la hoguera o envenenado. Para ello, el condenado debía pronunciar una frase tal que, si era cierta, moriría envenenado, y si era falsa, moriría en la hoguera. ¿Cómo escapó el condenado a su funesta suerte?

(Nótese que este no es el que pusieron ayer en clase, pero lo importante no es tanto cuál, sino el meollo del asunto.)

Si alguien pone ese problema y yo lo "tengo que resolver", mi cabeza piensa: a ver, primero, ¿cómo chingada madre sabré yo la respuesta? Y después de aceptar que "la respuesta está ahí, sólo hay que verla", respondo " es muy fácil, si juego a meterme en esa situación, con todas esas restricciones, en una (evidentemente) situación ficticia, ¿por qué no invento una solución igual de ficticia? algo así como: y entonces el explorador dijo putas y con esa palabra todos murieron y él quedó libre; o, mejor aún, y entonces el explorador abrió los ojos y se dio cuenta de que era un sueño.

Porque el asunto es, que si te metes en un problema lógico que está lleno de supuestos y variables pendejas sólo para forzarte a pensar, eres un pendejo si caes. Que sí, hay a quien esto se le da y además le gusta, y sí, también hay quien nunca puede resolverlos pero le gusta saber las respuestas y admirarse de su pendejez (a la inversa, pues al conocer la "obvia" respuesta se  asombra, pero no tanto por la respuesta, sino porque era tan fácil y él aún así no lo supo resolver).

No lo entiendo, no encuentro placer alguno en realizar actividade que te colocan en el peor lugar con respecto a tí mismo, es como haer el "juego ruso" del cuchillo y la mano (poner la mano sobre una superficie, separas los dedos y después clavas el cuchillo en los espacios, OBVIO, la probabilidad de cortarte es alta... nosotros jugábamos a esto con mi papá, pero no con un cuchillo que cortara) sólo por ocio, nada más por ver si...

¿Por qué, por qué, por qué resolver un poblema lógico cuando existen los rompecabezas o los juegos de mesa? 
Cuando, además, los lógicos ya se dieron cuenta de que el pensamiento humano no es lógico, así que es un poco idiota desarrollar una capacidad caduca, ¿no?

(Sigo enojada y creo que emana por mis dedos hacia las letras más de lo normal...) 

viernes, 7 de septiembre de 2012

Guarda tus dudas, no son importantes

Como ya platiqué, recién comencé a estudiar psicoanálisis en una escuela. Y todo parecía ir bien: los compañeros me caen bien, me gustan los temas, me parece interesante todo, me queda bien el horario, no e caro... todo pinta para que sea una buena experiencia. Hasta que ayer, como siempre, algo pasó.

No sé los demás, no sé el mundo, pero yo vengo de una educación activa y así me gusta aprender. Cuando estudio o leo un texto no lo hago de manera pasiva, sino que "dialogo" con el autor, me surgen dudas, propuestas, supuestos, un montón de ideas cruzan por mi mente y me gusta llegar a las clases y debatirlo, platicarlo con los demás compañeros y con el maestro, de forma tal que todos podamos trabajar los textos y adquirir un conocimiento más "rico". A mí eso me gusta, las clases en las que te sientas a escuchar cómo el maestro dice y dice y dice cosas sobre un tema o sobre un autor o un texto, no me parecen ni interesantes ni nada. Está bien, el maestro sabe más que tú y puede "enseñarte" eso, pero en este nivel, y en este tipo de formación, yo considero que lo importante es que el alumno haga girar a la ratita, genere conocimiento y dudas y participe. Si vas a ser un sujeto pasivo, mejor quédate en tu casa y ya. Total, que si somos honestos, todo el conocimiento adquirido en este tipo de clases puede igualmente obtenerse en los libros, así que no vale la pena ir.

Ahora bien, acá, te dejan unas "lecturas" para cada clase. Lees a Freud o Lacan sobre diversos temas (que siguen un temario, obviamente) y llegas a clase y ¡EL MAESTRO HABLA Y HABLA Y HABLA! Y (lo escuché aye de boca de una alumna) eso está bien para los alumnos, porque no siempre han leído todo lo que se dejó... además lo padre es que el maestro "te enseñe lo que él sabe, te comparta su conocimiento"...

¡QUÉ PUTAS MADRES LE PASA AL MUNDO!

¿No debería ser más importante para cada persona el conocimiento que ellos adquieren, que ellos quieren obtener, lo que ellos piensan? ¿Por qué prefieren sentarse y escuchar a alguien más decir y hacer como si fueran verdades? ¿sólo para no pensar o no hacerse responsables de lo que piensan?

¡Y eso no es todo! Yo decidí que a mí me vale madres, yo voy a estudiar y formarme y para eso leo los textos, atiendo en clase, me surgen dudas y espero que a través del debate y diálogo en clase, con maestro y alumnos, podamos dilucidar eso y aprender aún más. Obvio, no espero que la clase sea sólo eso, si debe haber cierta "base teórica" expuesta por el maestro, pero es igual de importante el debate. O eso pensaba yo, hasta ayer.

Como podrán intuir, ayer una de las maestras preguntó que nos parecían las clases y yo contesté lo que ya escribí, y los demás digeron que así estaban bien y que les gustaban mucho; que sí, a veces el texto les provocaba dudas, pero que esperaban a escuchar la clase y si luego tenían dudas, entonces releían el texto a ver si así podían contestarlas (¿'). Después, entramos a clase, todo muy bien, hasta que me surge una duda y entonces la maestra contesta "espera por favor, estoy desarrollando un tema (o necesito terminar una idea, o algo así)" y yo pensé que estaba bien... otra vez lo mismo... y, en la siguiente clase que nos dio (la misma), le digo que tengo mil preguntas y dudas (leí lo relacionado con el chiste, tanto en Freud como en Lacan) y me dijo "¿quieres exponer tus dudas o doy mi clase? Claro, ante esas preguntas uno replega, pero fantaseas con que al ratito podrás plantearlas... y no... pone un ejercicio pendejo de lógica (de esos que odio y ya escribiré sobre ellos), y luego un pedazo de una película, y luego concluye y ¡ya nos pasamos del tiempo de clase! Y yo, con mis dudas, me tuve que aguantar porque no hubo tiempo para ellas, porque no son importantes, porque violentan el plan del maestro, porque a ellos lo que les importa es lo que ELLOS tienen que decir sobre los temas, no que tú atiendas o aprendas.

Y no es la única maestra con la que me ha pasado...

¡Y ESTOY QUE HIERVO DE ENOJO Y FRUSTRACIÓN! Porque para estudiar así, mejor me quedo en casa a chingar a mi madre y leer los pinches textos...

Aforismo

Me parece que la palabra de hoy no es tan emocionante como deberia, sobre todo cuando han pasado varios días sin palabras, pero a mí me gusta cómo se escucha, evoca algo pachonsito, gordito y esponjoso y eso siempre me gusta. Así pues, según la DRAE, un aforismo es:
Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte.
También econtré "el curioso origen" de la palabra, en la página http://etimologias.dechile.net/?aforismo , aunque no está del todo curioso y no es muy emocionante, pero ni que hacerle (tal vez el día de hoy todo me resulta así, poco emocionante y con ojos vidriosos). Bueno, en esta página platican que en su origen la palabra se remontaba a las reglas escritas por Hipócrates (ese famoso médico que hizo el juramento del médico, que todavía hoy se acostumbra).

Pienso yo, que si un pendejo lo es (pendejo) y así deviene en todas y cada una de sus actividades, podemos considerar que es un "pendejo profesional" y, por lo mismo, podría emitir máximas sobre el asunto, algo así como:
Para ser bien pendejo, uno debe siempre hacer caso a la gente cuando te dice que algo te saldrá mal porque eres un pendejo;
A todos los pendejos les toca padecer la inseguridad de quien no lo es, pero sabe que podría serlo en cualquier momento;
Si reconocemos la máxima de que "un pendejo no es conciente de su propia pendejez", podemos afirmar que el pendejo SIEMPRE negará que lo sea, e intentará comprobar que no lo es, aunque en dicha hazaña lo reafirme.

Bueno, creo que no tiene mucho más material de dónde cortar, y me gustaría escribir un poco sobre mis molestias, pero eso amerita una nueva entrada, razón por la cual dejamos esta y proseguimos con esa.

Por cierto, se aceptan propuestas de definiciones :)

viernes, 31 de agosto de 2012

Enjuto

Consulté varias palabras en el DRAE, pero me parecía que ninguna daba el ancho para una entrada de viernes, todas inexistentes o sin emoción, hasta que llegué a ENJUTO. Sí, parece una palabra sin gran emoción, nada nuevo ni interesante que pudiera decirse de ella... hasta que ves algunas de las definiciones:

1. adj. Delgado, seco o de pocas carnes.
2. adj. ant. Parco y escaso, tanto en obras como en palabras.
3. m. pl. Entre pastores y labradores especialmente, tascos y palos secos, pequeños y delgados como sarmientos, que sirven de yesca para encender lumbre.
4. m. pl. Bollitos u otros bocados ligeros que excitan la gana de beber.
5. f. Arq. Triángulo o espacio que deja en un cuadrado el círculo inscrito en él.
6. f. Arq. albanega (‖ de un arco de forma triangular).
7. f. Arq. Triángulo curvilíneo de los varios que forman el anillo de la cúpula.


Encontré, también, otras dos páginas en internet con "definiciones", pero sólo unas de una página me gustaron:
m. pl. Tascos y palos secos para encender lumbre.
2 que es escaso en palabras o actos

A mí, la verdad, me gustan mucho la definición 4 del DRAE, y las últimas dos. La idea de comerte un bollito que exictan la gana de beber (que no las ganas, por favor), me parece un misterio (poderoso y místico, como dice la canción) me parece fabulosa. Así como para decir:
Bueno, hoy que es viernes y salgo temprano del trabajo, me apetece un enjuto, y el resto, será lo que tenga que ser.
Las últimas dos, también me gustan, porque nunca pensaría que con algo enjuto podrías encender la lumbre, y mucho menos que una persona enjuta sea aquella que habla poco y hace poco.

Podríamos decir, para terminar, que no soy una mujer enjuta, pero que gusta de usar enjutos para prender el fuego y para abrirme la gana de beber.

jueves, 30 de agosto de 2012

Menjurje

Esta palabra me gusta porque se usa mucho, uno se pone los menjurjes o haces menjurjes para embellecerte (bueno, lo intentas, que tampoco es una ciencia exacta) y eres bien feliz. Al buscarla en el DRAE, primero la escribí com menjurge, porque así sonaba más adecuado, pero no existe y me dio la opción de menjurje, que tampoco existe (entonces, ¿por qué me da la opción?), pero sí mejunje (¿quién diablos usa esa palabra, sin la r no tiene chiste) y significa:

Del ár. hisp. mamzúǧ, y este del ár. clás. mamzūǧ, mezclado).

1. m. Cosmético o medicamento formado por la mezcla de varios ingredientes.


Claro, evidente y sin chiste alguno, en realidad ya que lo ve uno objetivamente, ni siquiera amerita estar en esta sección, que es reservada para palabras bonitas. Aunque hoy, como ya limpié en tacones y falda sensual la oficina, me parece que puedo tomarme una licencia poética y dejarla. Además, uno nunca sabe cuándo pueden ofrecerse unos menjurjes para embellecer esta carita...

¿Qué hiciste hoy al llegar a trabajar?

Hoy tuve que hacer algo que NUNCA en mi vida pensé que podría hacer en el trabajo, y no es que me moleste, que no va por ahí, es más bien por la ironía de la vida.

Llegué no del todo feliz a trabajar (no sé qué me hacen las mañanas que llego de muy buen humor a trabajar, como regla, que hay unos días que podría matar a cuanto ser se me cruce enfrente), por la gripa, pero de buen humor, porque todos los retrasos en casa no afectaron mi hora de llegada. Así que, medio feliz caminé desde el estacionamiento al edificio donde trabajo, muy sexy yo con mis tenis (porque bajar tres cuadras en tacones por unas banquetas mal hechas y llenas de cada de perro no es lo mío) cuando veo que justo mi jefe está estacionando su coche, "claro, la clase de cosas que me pasan a mí, que me vea el jefe en falda y tenis, bien guapa"´, pensé. Pero ni qué hacerle, saludé en el elevador, platica casual y poco prometedora (ni recuerdo de qué hablamos), abrió al puerta de las oficinas (porque yo no tengo llave y nadie con llave había llegado temprano) y me dijo que hoy llegarían otra vez los señores de la vez pasada (aquí nunca nos visita nadie, y justo esta semana hemos tenido 4 visitas), para que tuviéramos vasos y aguas y todo listo.

Claro, nadie contaba con que el buen hombre que hace la limpieza de las oficinas estuviera de vacaciones y éstas no se hubieran limpiado desde el viernes. Así pues, yo que no soy remilgosa, me dispuse a limpiar, lo básico nada más, barrer, trapear y limpiar el baño. Eso sí, nadie podría pensar que lo haría como estoy vestida (porque no traigo una muda adecuada para esos menesteres), pero sí lo hice:
Con blusa pegadita sin mangas, falda gris entallada desde la cintura hasta abajo de las rodillas, medias color piel (no mi color de piel, pero quiero pensar que el de alguien sí) y tacones rojos.
Barría, trapeaba, me agachaba y pensaba que no estaría padre que al levantarme viera a alguno de mis jefes o compañeritos de trabajo echando ojo a mi retaguardia...
Yo, que no soy imaginativa, recordé a La Niñera (el programa de televisión) y me pareció que lo más apropiado, para conseguir un buen aumento, era que mis dos jefes (o alguno de ellos, no soy tan exigente) se fijara en la entrega y compromiso que muestro hacia la empresa y mi trabajo. No cualquiera decide limpiar sólo de buena voluntad, y me parece que sólo hay un tipo de mujeres que limpian vestidas como estoy yo hoy, y ellas ganan mucho dinero.

Ahora que lo escribo, pensé si no sería también una buena estrategia en casa, arreglarme para sacudir y que llegue el novio y me vea, en tan honrada hazaña, vestida como para matar... tal vez también podría proveerme algún beneficio.

Y, ya entrados en calor, podría patentar esto como una forma de vida, capaz que gano más dinero que de asistente...

miércoles, 29 de agosto de 2012

Y me puso a pensar

Me gustaría decir que no es cierto, que eso no es importante porque yo estoy bien pero bien feliz con mi novio (y es cierto), pero la verdad es que hay ciertas situaciones que no dejan de desconcertarme.

Por ejemplo, hoy por Facebook me enteré que el chico del que estuve "enamorada" toda mi adolescencia, le propuso matrimonio a su novia. Y claro, hay una parte narcisista que siente "coraje" porque no decidió quedarse a vestir santos sólo porque yo no quise estar con él (maravillosamente, cuando a mí dejó de gustarme, él comenzó a insistir y buscarme y demás ironías). Porque a todos nos pasa, ¿no? nada tiene que ver con que uno quiera estar con ellos, sino con que ellos no quieran estar conmigo (¿quién puede no querer estar conmigo?).

Tampoco tiene que ver con que yo quiera casarme (algo así como que me proyecto), porque no quiero hacerlo, soy la más feliz del mundo con mi relación y el no-casamiento. Pero da para pensar, porque el tiempo pasa y pasa y pasa, y si no te das cuenta, todo está cambiado y no entiendes por qué. Hasta hace poco (o parece poco) todos eran solteros y andaban felices por la vida, no había más que planes a futuro. Ahora, todos vivimos "en" lo planeado, estamos ahí y pareciera que ya no hay nada qué planear (que no sea lo evidente: tener hijos, trabajar, envecejer), y esto resulta raro para mí, que mis amigas (y conocidas) estén casadas, que algunas tengan hijos... y yo, con mi vida que va por otro lado (ni casorio, ni hijos, ni ningún plan convencional) me siento cada vez más desconcertada, desconocida de este mundo en el que vivo, de las personas que me rodean. 

Y no es, en este sentido, una queja, pues me fascina hacia dónde va mi vida y lo que estoy haciendo, mis relaciones (amistosas, familiares, de pareja). Tal vez sea sólo una pregunta, ¿si la vida de todos va por otro camino, a la larga estaré sola?

Qué cosas provoca en mi cabeza que un chico le haya propuesto matrimonio a su novia...

martes, 28 de agosto de 2012

Escombrar/escombros

Esta no es una palabra extraña (ninguna de las dos), se utiliza en varios contextos y todo el mundo parece entenderla, no implica gran ciencia. Aún así, me puse a pensar que tal vez escombrar y los escombros son opuestos o no-iguales. Razón por la cual, la curiosidad nos ganó y corrimos electrónicamente hasta el DRAE para averiguarlo.
Escombro significa:

escombro1.
(De escombrar).
1. m. Desecho, broza y cascote que queda de una obra de albañilería o de un edificio arruinado o derribado. U. m. en pl.
2. m. Desecho de la explotación de una mina.
3. m. Ripio de la saca y labra de las piedras de una cantera.
4. m. Pasa menuda y desmedrada que se separa de la buena y se vende a menor precio, generalmente para hacer vino.
5. m. Mur. En el pimiento seco, parte que está junto al pedúnculo.
hacer ~.
1. loc. verb. coloq. Arg. y Ur. Magnificar la importancia de un hecho o el modo de realizarlo para llamar la atención.


Escombrar, por su parte, es:

escombrar.
(Del lat. vulg. *excomborāre).
1. tr. Desembarazar de escombros un lugar para dejarlo llano, claro y despejado.
2. tr. Desembarazar, limpiar.
3. tr. Quitar de los racimos de pasas las más pequeñas y desmedradas.
4. tr. coloq. Mur. Quitar el escombro del pimiento para moler la cáscara.


Una vez leídos, me he dado cuenta de que en realidad no son opuestos, pero sí me siguen pareciendo incongruentes; si el escombro es desecho de "algo", escombrar debería ser llenar de desechos, ¿no? ¿por qué escombrar es quitar el escombro? No me cuadra. Digan lo que digan, no me cuadra.

Por eso, cuando escucho la frase "escombra tu cuarto" pienso que ya lo está, si NO tuviera escombros, no necesitaría escombrarse, ¿no?

Es raro, muy raro...

¡Premio!

Es mi primera vez, nunca pensé que podría pasarme o que alguien me consideraría para algo así; puedo decir que me siento muy emocionada al respecto, así que tendremos que compartirlo:


Mi Álter Ego me nombró para el premio "Anteponer la diversión a la competitividad" y, además de agradecérselo enormemente, me corresponde nombrar a otros 10 blogs ganadores (con menos de 100 seguidos), así que... ¡Ahí van!


  1. A El desarmador, del blog: http://soyeldesarmador.blogspot.com
  2. A Mi pequeña huerta enjaulada: http://huertaenjaulada.blogspot.mx/
Y... son los únicos blogueros con menos de 100 seguidores que sigo... PERO, de todas formas, muchas felicidades a todos nosotros :)



viernes, 24 de agosto de 2012

Escarmenar

Como hoy es viernes, y la verdad es que he tenido una semana llena de emociones fuertes y felicidad (porque estudiar psicoanálisis me llena de felicidad, hay que decirlo), he decidido escribir sobre una palabra que sea especial para mí. Desgraciadamente, he descubierto que las palabras no significan lo que uno cree que significan (ya lo decía Lacan) así que voy por la vida colocando mi pensar y sentir en los cajones equivocados (porque han de saber que yo tengo mi "interior" como un gran archivo con cajonsitos, así como antes guardaban las tarjetas de los libros en la biblioteca).

Esta palabra es especial porque mi abuela la decía mucho, cuando era niña me gustaba la libertad de cabellera (así, como Amanda Miguel... qué cosa) y andaba por el jardín (enorme, lleno de lugares para esconderse, correr, y terminar bien pero bien sucio) con mi cabellera al viento (así como Mérida la de Valiente, pero gacho), y mi abuela gritaba: nena, ¿ya te escarmenaste el cabello? si no, todas las mañanas la escuchaba: antes de jugar o desayunar debes escarmenarte el cabello, dos veces, con el cepillo que no te lastima (ella usaba peines, pero tenía cepillos para mí... ahora yo uso peine, quién lo hubiera pensado).

De forma orgánica, sabía perfectamente qué quería decir escarmenar, no es exactamente peinarse, ni desenredarse el cabello, yo lo veía como cepillarte para que "brille" (ahí nada más mi puritita proyección incosnciente); ahora, obviamente, no estoy segura de qué significa, qué implica, de dónde viene y a dónde va. Afortunadamente, mi amigo el DRAE tiene todas las respuestas:
1. tr. Carmenar la lana o la seda.
2. tr. Ingen. En las minas, escoger y apartar el mineral de entre las tierras o escombros.
3. tr. El Salv. y Ven. Desenredar el cabello.
4. tr. p. us. Castigar a alguien, por travieso, quitándole el dinero u otras cosas que puede usar mal.
5. tr. p. us. Estafar poco a poco.


¡Me fascina esta sección del blog! Tanto conocimiento escondido y yo con ganas de hacer crisálidas con aire (perdón, es que recién terminé la trilogía de 1Q84 y eso tiene estragos en mi ser). Obviamente, escarmenarse el cabello no corresponde a la primera definición ni a la segunda; es, claramente la tercera (aunque yo me pregunté por qué mi abuela, mexicana de la capital, que sólo había vivido en Tijuana unos meses, utilizaba esa definición de El Salvador o Venezuela). Esto, afortunadamente, me da tranquilidad y puedo respirar pausadamente porque sé que no estoy tan enrada en mis recuerdos.

Lo emocionante surge cuando leemos las últimas dos definiciones: ¡castigar a alguien por travieso! ¡estafar poco a poco! No tiene madre, me fascina, aunque, hace que me cuestione si estará relacionado con escarmentar (escarnio)... un momento y lo confirmo. No, no es lo mismo, ni siquiera se parece (pero como están muy buenas las definiciones, le daremos una entrada para él solito).

De ahora en adelante pensaré que en la frase escarmenarse el cabello se esconde un eufemismo... algo subrepticio que sólo yo puedo dilucidar... ¡han sido avisados! 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Gente

Como bien escribía en el post pasado, "hay de gentes a gentes" y, por lo mismo, yo soy de las gentes (ja) que disfrutan buscar definiciones en el diccionario y, como quería estar segura de no decir barrabasadas (ajá, una nueva palabra para la lista de espera), investigamos lo siguiente:

1. f. Pluralidad de personas.
2. f. Con respecto a quien manda, conjunto de quienes dependen de él.
3. f. Cada una de las clases que pueden distinguirse en la sociedad. Gente del pueblo. Gente rica o de dinero.
4. f. coloq. familia (‖ grupo de personas que viven juntas). ¿Cómo está tu gente?
5. f. Am. persona (‖ individuo).
6. f. Am. Persona decente. Ser gente. Creerse gente. Hacerse gente.
7. f. desus. pueblo (‖ conjunto de personas de un lugar).
8. f. pl. desus. Entre los judíos, gentiles.
~ bien.
1. f. La de posición social y económica elevada.
~ del bronce.
1. f. coloq. gente resuelta y pendenciera.
~ del trato.
1. f. La que se dedica a la compraventa en las ferias de ganado.
~ de pelo, o ~ de pelusa.
1. f. coloq. desus. La rica y acomodada.
~ de pluma.
1. f. coloq. La que tiene por ejercicio escribir.
~ de toda broza.
1. f. coloq. desus. La que vive con libertad, sin tener oficio ni empleo conocido.
~ gorda.
1. f. coloq. La importante o de buena posición.
~ menuda.
1. f. coloq. niños.
2. f. coloq. p. us. plebe (‖ clase social más baja).
~ non sancta.
1. f. coloq. La de mal vivir.
~ perdida.
1. f. La vagabunda, haragana o de mal vivir.
buena ~.
1. loc. adj. Dicho de una persona: Que es buena, que tiene bondad.
de ~ en ~.
1. loc. adv. desus. De generación en generación.
derramar alguien la ~ de armas, o de guerra.
1. locs. verbs. ants. Despedirla, licenciarla, o reformarla.
~ de paz.
1. expr. U. para contestar a quien pregunta, cuando alguien llama a la puerta.
hacer alguien ~.
1. loc. verb. reclutar.
ser alguien como la ~.
1. loc. verb. Am. ser gente.
ser alguien ~o muy ~.
1. locs. verbs. Am. Ser como es debido, recto, irreprochable.

Una de las cosas curiosas que aprendí en la carrera de derecho es que el plural de gente (que ya es un plural, o un sustantivo colectivo) sólo es aplicable y correcto cuando se utiliza para referirse a las Naciones Unidas, porque ellas son, en sentido estricto, un conjunto de gente, es decir, ¡GENTES!

Pero dejemos las nimiedades atrás y escribamos sobre los diferentes significados o usos de la palabra, porque  a mí, por lo menos, me encantaron:
  • Gente del bronce (resuelta y pedenciera, es decir, propensa a riñas). ¿Gente de bronce porque le gusta pelear o reñir? ¿De verdad? Ja, ja, ja. Creo que nunca en mi vida he escuchado a nadie utilizar esa expresión: es que Juan es gente del bronce. Una cosa es sacar el cobre (es decir, mostrar la poca educación que se tiene), pero ¿el bronce? verdaderamente genial. La utilizaré la próxima vez que vea la UFC, porque eso sí, me encanta ver a la gente de bronce que pelea artes marciales mixtas.
  • Gente de pelo o pelusa. ¡En mi vida pensé que ser gente de pelo era ser rico y acomodado! Me mata, de verdad que me mata, sobre todo porque una amiga de la prepa solía decir que "la pelusa" es más bien la gente iuj, o de mal ver, o de malas costumbres. Aunque, si lo pensamos, tener pelo siempre es una característica positiva, que denota "algo" especial, sobre todo después de cierta edad (aunque no el pelo en todos lados, porque nadie piensa que alguien con pelos en la nariz que asoman, es de mucha clase o algo así).
  • Gente de toda broza. ¡Ay, güey! Si me saco una frase así en una reunión, seguro que pasaré por súper culta e interesante (como me pasó el viernes que usé cornucopia). Pero, lo mejor de lo mejor es que suena terrible, el peso moral implícito no pasaría desapercibido... aunque entiendo que la "gente" (según el primero significado) no considera algo bueno que una persona viva con toda libertad... pura envidia, digo yo.
No quiero alargar mucho el post, así que los invito a dar más ideas sobre la "gente" o, en su defecto, definirlo. ¡No se limiten!