sábado, 30 de junio de 2012

A que no puedes subir las escaleras sin jadear...


¿Y el ejercicio? No sé por qué, hasta hace un mes, yo estaba convencida de que uno podía llevar una vida sana y longeva sin necesidad de hacer ejercicio, un poco de metabolismo, otro poco de genética, una alimentación balanceada y ¡listo! JA JA JA, qué tonta era, lo sé. ¿En cabeza de quién uno puede vivir bien y con calidad si no tienes un hábito de ejercicio (no digo que seas un deportista de alto rendimiento), si no utilizas el cuerpo, lo ejercitas, le das un buen trato. No soy experta en medicina ni nada así, pero me queda claro que el cuerpo humano no está diseñado para estar rascándose las bolas todo el día, echado o sentado; sino para andar, correr, y demás.

Además, veo a un montón de personas de más de 50 años, con dolores y achaques en el cuerpo, moviéndose como ancianos, y no entiendo por qué están así, cuando hay un montón de otros adultos que están en buen estado, son ágiles y no sufren achaques todo el día. La respuesta: el ejercicio. Si no haces ejercicio constantemente, el cuerpo envejece mucho, y en menos de lo que crees, ya eres un anciano que no puede caminar bien y obeso. Por no mencionar que una vez pasada esa edad, controlar el peso es hazaña titánica.

Una vez concientizado esto, podríamos preguntarnos por qué yo no hago ejercicio, por qué no tengo un hábito de ejercicio. La respuesta es absolutamente ridícula, antes pensaba que no lo necesitaba (porque estaba delgada) y porque nadie más lo hace. Y es que hay que ser honestos, el ejercicio es también una actividad social, mucho más divertida y satisfactoria si la realizas con más personas. Y mis amigas no hacen ejercicio (porque, no hay que olvidar, para nuestros papás, darnos dinero para una actividad así pasados los 20 era imposible, no era una necesidad básica, no la iban a pagar, y si lo querías hacer, tenías que pagarlo tú, de dónde, les valía madres… claro, tampoco es como que ellos hicieran ejercicio), así que estaba condenada a la soledad ejercitable.

Ahora, decidida a hacer ejercicio otra vez, me veo en la misma situación: no sé con quién hacer ejercicio. Porque claro, no es que mis amigas no tengan dinero o tiempo, el problema es que no es una necesidad y por eso no le dan la prioridad o importancia necesaria. Triste, triste, triste. Y luego se preguntan por qué estamos todas obesas, feas y amargadas…

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