viernes, 13 de julio de 2012

Ahora sí, vamos a tener que apetarnos el cinturón

NOTA: Me quedé picada con el post anterior, así que decidí escribir sobre otro fenómeno bastante similar:

Otra frase de esas, típicas, que escuchas siempre en este tipo de familias (es decir, familias que tienen este tipo de padres) es “ahora sí va a haber que apretarse el cinturón”, que en este caso la timba o panza es sinónimo de la forma de gastar y el cinturón es, en ambos casos, lo que contiene tremenda grandeza. Entonces, si te aprietas el cinturón, vas a dejar de gastar mucho, es más, vas a tratar de acomodar tu economía de tal forma que puedas salir de un bache. También se utiliza cuando ocurre un gasto no planificado o un recorte en el ingreso; en esta situación, te abrochas el cinturón porque el dinero será menor por el momento.

Como pueden imaginarse, esta es una frase temporal, que se refiere a un periodo específico y no a una forma de vida (aunque haya gente que todos los días de su vida se aprieta el cinturón, porque le quedan grandes los pantalones, o porque quiere negar su panza), aunque, como todas las ironías y crueldades, se repite con mucha frecuencia.

Otra vez lo mismo, ¿si no tienes dinero, por qué no dejas de gastar a lo pendejo? Si, porque crees que todo lo que consumes responde a necesidades básicas, creer que tener el refrigerador a tope con productos de primera calidad es lo más lógico y racional y que, si terminas tirando comida que se echó a perder, es porque el resto de la familia es una desobligada y no porque tú eres un obsesivo consumista que no sabe cuánto o cómo comprar. Porque claro, esta gente que se aprieta el cinturón gastan madrales en el “súper”, en gasolina, cambian y cambian de coche, compran nuevos productos electrónicos inclusive si no los necesitan, van al cine, salen a comer a restaurantes, compran ropa. Todo lo que NO ES un análisis concienzudo de sus necesidades y una jerarquía de las mismas. Otra cosa importante es que, cuando uno tiene el presupuesto apretado o justo, debes someter tus necesidades al dinero, no el dinero a tus necesidades.

Porque sí, irás por la calle sintiéndote un chingón porque usas tus tarjetas de crédito y te das una vida bomba, pero sabemos que no eres más que un pendejo que vive de prestado y que no es dueño de lo que tiene (porque si no lo has pagado, no es tuyo), que prefiere vivir de prestado que aceptar su realidad y, como consecuencia, denigra a quien no tiene tarjetas o decide ser amo de sus gastos (y no al revés, como el pendejo), cuando, al final, sabemos quién es el pendejo, ¿ o no?


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