jueves, 26 de julio de 2012

Es que los reggaetoneros...


Inspirada en un diálogo/debate/algo que tuve hace rato con un amigo (y sus amigos) en el Facebook, decidí escribir este post, que había pensado antes pero, para ser honesta, no quería entrar en detalles de derecho y política aquí, porque eso siempre se presta a problemas. Ni modo, ante lo inevitable: nada.

Durante el tiempo que estudié derecho y trabajé en la investigación de su teoría y filosofía, tuve la oportunidad ociosa de pensar mucho sobre discriminación. Después, entre el psicoanálisis y mi personalidad, me di cuenta de lo importante que es el respeto ante todo. Pero, en cuanto a la discriminación, no puedo sino confesar que me parece un poco pendejo crear generalizaciones y tratar mal o despreciar (o cualquier actividad considerada como discriminatoria) a la gente porque está en el “grupo” que no nos gusta. Lo siento, pero me resulta una pendejada. Puedo entender que uno diga “odio a los violadores”, porque ése grupo en particular ha realizado una acción que afecta, en términos reales, legales y objetivos a una persona/s o grupo o lo que sea. Y lo entiendo, pero la verdad es que no lo comparto; puedes odiarlos, pero en realidad lo que tratas de verbalizar y “odiar” es el miedo que tienes a que sus actividades (de violadores) recaigan sobre ti, no es abstracto sino todo lo contrario.

Entonces, si me parece una tontería discriminar, es evidente que no lo hago… en principio… (y he aquí el tema del post), puedo decir que no discrimino porque de manera consciente no emito expresiones discriminatorias, ni le brindo un trato diferente a alguien sólo porque forma parte de un grupo social que a mí no me gusta. P E R O, a veces, sin siquiera darnos cuenta, decimos frases que son completa, total y absolutamente discriminatorias:
No seas indiorante
Ahora sí andas como pata rajada
Me hacen trabajar como negro
Pinche indio
Es que las nacas…
Vestida así parece puta de esquina.

No se me ocurren más por el momento, pero creo que todos entendemos el punto. Esas frases forman parte de nuestro vocabulario, de la forma en que nuestra sociedad se expresa y las usamos sin siquiera darnos cuenta de que son discriminadoras.

Dejemos de lado esta parte cultural-discriminatoria, y regresemos a mi afirmación de que no discrimino, que soy una persona que tolera al otro, sin importar cuán diferente a mí sea, y que considera que todas las personas merecen respeto. Esto quiere decir que trato y espero que los demás traten con respeto al peor de los violadores, al más sangriento y despiadado asesino, a quien viola niños, a los neo nazis, a los gringos que odian a los mexicanos y los cazan en la frontera… todos ellos merecen respeto, porque son, antes que otra cosa, humanos. No quiere decir que por eso no se les aplique todo el peso de la ley a quienes la violan, o no me aleje de personas que tienden a discriminar (tanto los grupos a los que pertenezco, como a los que no), pero son cuestiones diferentes: respeto: sí, libertad: quién sabe.

Expuesta ya mi filosofía sobre la discriminación, leí hoy en el Facebook un comentario de un amigo que afirmaba que ciertos grupos sociales (principalmente de clase baja, clase media-baja) que integran tribus urbanas (emos, reggaetoneros) tienen pésima ortografía, simple y sencillamente por el tipo de música que escuchan. Es decir, generalizó a quienes tienen pésima ortografía en el mismo grupo de quienes escuchan reggaetón, sólo porque gustan de escuchar esta música.

Eso, señores y señoras, es discriminatorio y no debería suceder (ja, podría caer en discriminar al discriminador, pero ¡no pasará!), sobre todo porque las generalizaciones tienden a ser falsas o falacias y, ante eso, uno sólo queda como un tontín.

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