martes, 10 de julio de 2012

Parece que va a llover, el cielo se está nublando


Ahora, en época de lluvia, veo mucha gente con paraguas y demás elementos indispensables para no andar mojado cual sopa por la vida. Hasta hace 5 años, yo ni siquiera pensaba en comprar, tener o usar un paraguas, me parecían molestos y estorbosos. No hay nada peor que ir caminando por la calle, en plena lluvia, y que todos los pinches paraguas estorben y no te dejen pasar, o te peguen en la cara con ellos (porque la gente bajita los usa a una altura menor). Así que no tenía, pero después me di cuenta de que tal vez, y sólo tal vez, tener un paraguas podría tener consecuencias positivas: no mojarme, no andar corriendo por todos lados preocupada porque me estoy empapando. Vaya, que resultaba más funcional y práctico traerlo. Entonces me compré uno chiquito, para una sola persona, bien barato, y vaya si lo utilicé. Hasta que se perdió.

A partir de mi compra, comencé a ver los paraguas desde otra perspectiva, como una herramienta práctica, y por eso los veía en las tiendas. ¡Qué pedo con el precio! He encontrado muchos bien bonitos, algunos inclusive con obras de arte impresas, pequeños, prácticos, resistentes… ¡pero nunca por menos de $250! ¿Cómo es posible que cuesten eso? Me escandaliza, absoluta y completamente. No es que yo suela descuidar las cosas, que las pierda o rompa, y sé que podría durarme años, pero la simple idea de pagar, de entrada, esa cantidad, me escandaliza. Sobre todo cuando no hay garantía alguna de que él, el paraguas, vaya a ser de calidad y resistencia que su precio infiere.

Sí, soy bien avara para ciertas cosas, y no lo puedo evitar ni negar. Afortunadamente, no es la única situación que me parece terrible de los paraguas, ¿se han fijado la cantidad de gente que trae un paraguas tamaño “normal” de esos que miden 80 cm. (o algo así, nunca los he medido tal cual, pero todos sabemos a cuales me refiero) y cuánto les estorba? Deja tú que ya usados anden goteando por todos lados, mojando cualquier cosa que los toca y molestando a todo el mundo, el problema es que ESTORBAN, la persona que los carga, si se sienta, digamos, en un restaurante o café, no tiene dónde ponerlo, o se le cae; cuando caminan van golpeando su propia pierna o la de quien pase. No me importa lo que digan, es una estupidez traer uno de esos, sobre todo cuando es un artículo personal y los venden en presentaciones chiquitas y bonitas.
Además, por alguna extraña razón, es un artículo bastante más femenino que masculino. Para mujeres, existen en muchas presentaciones: grandes, chicos, transparentes, de rayitas, estampados, lo que se te ocurra. Pero, para hombres, sólo el tamaño convencional, y si quieren algún estampado se deben conformar con rayas o cuadritos. Nada más.
La conclusión o el subtexto es muy clara, si quieres un paraguas chingón, debe ser afeminado y, si no, te chingas y usas uno a todas luces estorboso.

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