viernes, 27 de julio de 2012

¿Pero qué si quieres algo que no planeaste?


Me parece que el martes, después de comer en el trabajo, platicaba con mis compañeritos sobre la planeación financiera en mi vida, cómo llevo todas mis cuentas impecables y al día, que no tengo deudas y no sufro con el dinero. Obvio, preguntaron cómo le hacía, y les dije que el truco está en presupuestar y ser objetivo y honesto al presupuestar, es decir, si vas a planear tus gastos, debes considerar lo que te gastas en el súper (por poner un ejemplo), sumar que te gusta comprar queso de cabra y vino y papas y no fantasear con que no los comprarás, porque entonces sí, no salen las cuentas. Claro, ser honesto no significa decir que vas a dejar dinero porque tal vez, la siguiente semana quieras comprar medio kilo de jamón serrano… si no es real, no lo contemples.

Entonces, se el dinero se gasta hacia adelante, no hacia atrás, no puedes recibir tu sueldo el día 30 de julio y usarlo para pagar lo que gastaste en julio, es para mantenerte en agosto. Así debe ser, siempre hacia adelante, si lo haces al revés, estás mal, porque estás consumiendo con dinero que NO tienes, sin importar si lo “tendrás a fin de mes”.

Al principio se mostraron interesados, pero después las preguntas surgieron:
¿Pero cómo puedo planear lo que voy a gastar con la novia?
¿Pero qué pasa si un día encuentro algo en oferta y no lo presupuesté?
¿Qué pasa si se me antoja algo, no lo compro?

Obvio, mis respuestas fueron:
Se puede planear lo que vas a gastar con la novia, sólo es cuestión de hacer un recorrido a los gastos pasados para saber que le dedicas (por ejemplo) en promedio $1,000 a la semana, así que los presupuestas: $1,000 por semana para novia. (Tan fácil que es).
Si encontraste algo en oferta y no está presupuestado, debes preguntarte dos cosas: 1) lo necesito, 2) de verdad lo voy a usar. Si respondes un “bueeeeno, o tal vez, es que está barato y bonito”, entonces no debes comprarlo.
Si se antoja algo y no está presupuestado, no se compra porque, en sentido estricto, no hay dinero para eso.

Claro, igual que con la novia, uno debe presupuestar dinero para lo “impredecible”, lo que en algún momento puede hacernos falta (se rompió la licuadora, o se descompuso el coche, o se rompieron mis pantalones), yo destino cada mes dinero para el médico, para el coche (servicio, verificación, tenencia, seguro y eso que siempre le pasa y no puedo preverlo), del aguinaldo pago la renovación de lo necesario de ropa (calzones, calcetines, pantalones, lo que sea que haya “muerto” y necesito reponer, obvio, lo que necesito). Y así sucesivamente, planeo y planeo y si algún día ocurre una desgracia o algo así, tengo dinero ahorrado (que destino cada mes) y puedo  hacerle frente.

Les expliqué todo esto y estaban anonadados, parecía que les hablara de gustos sexuales con frutas y animales muertos, como si planear la economía y prever fuera algo completamente extraño; y continuaban con sus preguntas: ¿qué pasa si te quieres dar un lujo? ¿Qué haces si quieres comprarte algo porque después te vas a arrepentir? ¿qué no el dinero es justo para eso, para gastarlo si se te antoja?

Qué alienada me siento del mundo (y no porque se a-lienado de gente), qué difícil es vivir rodeada de consumistas cuando yo me alejo cada vez más de eso, cuando yo no quiero gastar mi dinero en pendejadas, cuando no quiero darme “lujos o caprichos” sólo por hacerlo. Me gusta usar el dinero para satisfacer mis necesidades básicas, pero no para “llenar mí vacío con objetos”, de hecho, me he dado cuenta de que comprar objetos con esa expectativa sólo aumenta más mi vacío y frustración, y me ancla a los objetos, me hace esclava de ellos y no al revés…

¿Pero cómo le explicas eso a la gente que trabaja sólo para poder consumir?

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