jueves, 17 de enero de 2013

Escaleras electrícas

Ahora que casi no uso el auto, me transporto en metro. Me gusta, puedo leer, no me molesta ni el tránsito ni los conductores suicidas y asesinos que todos los días salen a las calles. Sí, a veces está muy lleno y te toca una que otra mano aventurera, pero tampoco es terrible, así que lo disfruto bastante.
Hay una línea del metro muy profunda ( como 10 pisos) que tomo con regularidad. Es tan profunda que mi papá algún día dijo que si caía una bomba atómica en la ciudad y yo estaba en ese metro, no me pasaría nada (así que, el día que haya peligro de bomba, me mudaré a ese metro, ja). Afortunadamente, para gente como yo, la existencia de escaleras eléctricas, hace que llegar a la superficie no implique un infarto al corazón (las escaleras son mi némesis, mi peor enemigo, pero mi meta este año es poder subir varios pisos sin comenzar a jadear); y es mucha gente quien las usa, aunque siempre hay algún aventurero que sube con agilidad y destreza.

Lo curioso, y que relataré ahora, es que hay MUCHA gente que utiliza las escaleras eléctricas y ¡las sube por sí mismo! No sé cómo expresar esto, decir que las suben a pie y no dejan que lo eléctrico haga su trabajo... el caso es que se suben a las escaleras eléctricas y empiezan a empujar gente, pedir permiso para pasar y suben casi corriendo. ¿Por qué hacen eso? ¿Qué no es obvio que si hay escaleras "normales" y eléctricas, y quieres subir de forma ortodoxa, deberían usar las otras escaleras? ¿No todo el chiste de una escalera eléctrica es que tú no tienes que hacer el esfuerzo de subir?

No lo entiendo, verdaderamente no lo entiendo y, para ser honesta, me molesta mucho, porque esperan que uno se comporte de forma igualmente estúpida, y eso sí que no. Yo soy tolerante y dejo que cada quien haga su santa voluntad, pero esas cosas no están bien. No, no, no.

P.D. Ya un día platicaré lo que sentí el día que estaban descompuestas las escaleras eléctricas y me aventé los 135 escalones a pulmón...

martes, 15 de enero de 2013

Lo conocí en... internet

Conocer un candidato para pareja, a estas alturas de la vida (en los treintas) no resulta tan sencillo como parece. Todos dicen que es fácil, que es cuestión de estar abierto a conocer gente y no parecer desesperado, pero no es así de sencillo.

¿Dónde conoces a alguien? ¿En el trabajo? ¿Amigo de un amigo/a? ¿En un bar?

Con la edad y la rutina, dejamos de conocer tanta gente como antes, si no tienes actividades extralaborales, o muuuchos amigos, llega un momento en que ya no hay opciones, o son muy remotas. Y, entonces, hay que preguntarse ¿quiero, verdaderamente, conocer a alguien? y responder honestamente.

Si la respuesta es afirmativa, comienzan los problemas; ¿dónde? ¿cómo? ¿han cambiado las cosas?

La cantidad de preguntas y complicaciones ante las que te ves, es enorme y no siempre claro qué hacer. Por eso, uno piensa "bueno, tal vez conocer a alguien por internet no sea tan mala idea...". Obvio, si eres como yo, en ese momento todas las probabilidades y opciones brincan en la cabeza, el superyó martilla el pensamiento y comienzas a sentir pánico... tantas personas en internet, tan sencillo que es mentir ahí, tanto riesgo, etc. 

Supongamos que te animas, te inscribes en una página, subes un perfil interesante y tomas una actitud más abierta (o tolerante). Evidentemente, tienes un montón de requisitos, porque hay que ser honestos, si vas a buscar a alguien para un fin tan claro, entonces hay que poner límites o estándares: alto, guapo, inteligente, trabajador, que viva solo, independiente, que no le gusten las drogas, que no sea el típico trabajador de empresa cuadrado y de traje, que le guste la cultura, que lea, que quiera algo más en su vida que sólo dinero.

Ya para ese momento, has descalificado al 99% de los candidatos. Es que es más demandante, cuando uno conoce a alguien en una fiesta o reunión, puedes ser más abierta, más tolerante y no considerar la apariencia como algo importantísimo; vamos, que te abres y platicas, aunque sea por educación. Pero en internet... es otra cosa, no hay por qué ser tolerante a eso, ni siquiera educada, si no te parece guapo, a la chingada y ¡listo! Y claro, el prejuicio terrible, o miedo, que tienes sobre el tipo de personas que están en esas páginas; no creo que exista alguien que no piense que si buscas pareja así es porque eres incapaz de conocer personas en formas convencionales, que seguro tienes algo terrible, eres un violador o un inadaptado.

¿Se imagina la probabilidad de conocer a alguien que cumpla todos los requisitos, en internet? No es cualquier cosa. Ni siquiera puedo imaginar cómo ocurre eso o si sea posible. Pero, si ocurre, digamos que platicas con la persona, te parece interesante, lo buscas en Facebook, ves cómo se expresa y relaciona con los demás, te animas y sales con él... OH PROBLEMA. Los amigos te recomiendan que tengas cuidado, que lo conozcas en un lugar público, que alguien esté cerca para salvarte si es necesario, que no des información de más, mil cosas porque "uno nunca sabe" (como si supieras al conocer a alguien en una fiesta, como si la gente no fuera lo que es, simplemente porque sí, y no porque utiliza la internet como medio de "ligue").

Si te atreves a conocerlo, le dices a todo el mundo a dónde vas, cómo y todos los detalles necesarios para que se sientan tranquilos, y ¡a la aventura! Y el miedo, ni qué decir del miedo... no sé si sea miedo a que no funcione, a que sea un asco y no tengas el valor de salir corriendo, o justo lo contrario, que el chico resulte interesante, atractivo, un partidazo y quieras salir con él otra vez. Porque esa parte es difícil, ¿qué le vas a decir a la gente cuando pregunten cómo se conocieron? ¿la verdad? ¿y dónde quedan los prejuicios? ¿mientes? ¿te inventas una historia para que nadie sepa la verdad y no juzguen?

Que si uno lo piensa todo, ni ganas dan de intentarlo; tantas variables y riesgos, por un chico con el que quién sabe qué pase (aunque uno nunca sepa qué sucederá en las relaciones, pues hasta las más "evidentes y estables" pueden terminar cualquier día), no vale la pena.

Aunque, si tienes suerte, conoces a un güey interesante, apasionado, que le gusta leer, el deporte, el arte, que quiere muchas cosas en la vida, que espera tener más que sólo un trabajo de 10 horas, que no quiere hijos, ni esposa, ni convenciones, que es auténtico... y, además, que le interesas, le gustas, quiere estar contigo, conocerte...

Por supuesto, el único problema ahora es saber qué decir cuando la gente te pregunte dónde lo conocí.