miércoles, 17 de diciembre de 2014

Ventanas o puertas abiertas

No sé si sea generalizado, pero a mí me gusta mirar a través del resquicio de una ventana o puerta abierta, no es por metiche, es una curiosidad extraña, siento que mirar así te permite conocer algo que de otra forma no conocerías, porque no es una invitación a entrar, es una abertura que permite ver. Algo así como vislumbrar la belleza de una persona, justo cuando no sabe que es mirada (porque todos cambiamos cuando sabemos que alguien nos mira, o podría mirarnos). 

Me gusta asomarme y percibir lo que hay, sobre todo lo que está desordenado, lo que falta, lo que no debería estar ahí; eso dice mucho más de esa casa/lugar, que lo que sí tiene. A veces, inclusive hay gente ahí, ocupada, ignorando que su puerta o ventana están abiertas, que alguien puede mirarlos. Como si todo lo de adentro estuviese absorto en ser y no hubiese nadie más.

Algunos días a la semana voy a una colonia llamada San Pedro de los Pinos, me bajo en la estación del metro con ese nombre y camino un par de cuadras para ir a supervisión o tomar seminarios. Como es lógico, en esas calles hay muchas casas con ventanas que dan a calle, y muchas de ellas tienen las cortinas corridas o están abiertas; pero de todas esas, yo estoy enamorada de una sola. Está en la segunda cuadra, del lado derecho de la calle (en el sentido en que la camino), no suele estar abierta, pero no cierran las cortinas, así que, si la luz está prendida, puedo ver lo que hay adentro:

Es un estudio no muy grande, con una mesa de madera y dos libreros que ocupan completamente dos de las paredes del cuarto, están llenos de libros y revistas, todos perfectamente acomodados. Algunos se ven viejos, otros no tanto y pocos más bien nuevos. No alcanzo a distinguir de qué tratan, si son teóricos o pura literatura, pero me gusta verlos. Cuando camino frente a esa ventana, me detengo sólo unos segundos, trato de absorber todo lo que veo en un parpadeo y sonrío, me emociona ver ese cuarto, curiosamente, no puedo hacer una historia sobre él, no me atrevo a darle un borde o consistencia. Me emociona que sea sólo lo que es, sin interpretación alguna... en ocasiones, espero que algo suceda, que el estudio "haga algo" que la muestre, su esencia, como si estuviera vivo. Al mismo tiempo, deseo que no suceda aún, que me permita disfrutarlo así, como está, con esos vacíos y sin respuestas. Que me permita pensar que ahí dentro se esconde no sólo algo maravillo e interesante, sino algo que también podría pertenecerme.


viernes, 5 de diciembre de 2014

Volver, con la frente marchita

Me encanta esa canción, Volver, es triste y melancólica, pero me gusta. Me gustaba mucho porque la asociaba a él, porque pensaba que algún día habría que volver... no sé a dónde, ni siquiera sé quién, pero sabía que eso volvería.

Freud y Lacan, plantearon que el tiempo de lo inconsciente, el tiempo en el que suceden las cosas en lo inconsciente, no es un tiempo cronológico, sino lógico. Es decir, que nada tiene que ver con el momento en el que, según el reloj, suceden las cosas; tiene que ver con un tiempo que se mide con otra medida, que sigue una lógica que no responde a razón alguna. Por ejemplo, cuando una mujer le dice a su pareja "tiene mucho que no me dices que me amas", y él contesta que lo hizo esa mañana, recién. Pero eso es mucho tiempo para ella, porque, lógicamente, es mucho tiempo, han sucedido cosas que hacen que lo viva como mucho tiempo. De la misma forma, hay sucesos que se viven como si fuera ayer y en realidad han pasado muchos años.

Así funciona, no es una cuestión cronológica, no responde a un orden predeterminado.

Yo lo descubrí esta semana. El tiempo funciona muy extraño. Pasé diez años extrañándolo, pensando en él, con un vacío que dolía mucho y no se iba. Finalmente, en diciembre se fue ese dolor y pude acomodarlo en su lugar, dejarlo descansar y permitir que me acompañara de una forma diferente. No es que lo olvidara, eso ni siquiera es pensable, es que se acomodó diferente. Casi un año después de inaugurar su lugar, nos volvimos a encontrar...

Le escribí un mail para preguntar si podía compartir sus tesis con mis compañeros de estudio, él contestó que sí, pasaron unos cuantos correos raros, como de reconocimiento, con cautela, desconcierto, miedo y, de repente, casi sin darme cuenta, estaba otra vez con mi amigo, escribéndome con él, compartiendo, sintiendo cariño y apapacho. Nos volvimos a encontrar no porque establecimos contacto o una relación, otra vez; no, nos exactamente así, nos pudimos re-encontrar porque ahora fue desde este otro lugar, porque estos años habíamos estado perdidos (por lo menos en mí así era), todos los intentos de acercarme habían sido fallidos porque eran mensajes erróneos, de lugares equivocados, confusos.

Han pasado diez años, no nos hemos visto (físicamente) en más de ocho años, pero eso sigue aquí, el cariño, el interés, lo bonito de la relación, ése amigo que tanto anhelé y extrañé está aquí, otra vez; y parece que el tiempo no pasó, que fueron sólo unos días de distancia... y al mismo tiempo, un universo ha pasado, porque él no es el mismo, yo tampoco... muchas cosas han cambiado, otras han desaparecido. Sé que el espacio y el tiempo que pasaron eran necesarios, lo sé porque se siente acertado, sin dudas.

Y aún con todo esto, el tiempo, el espacio, el duelo, la despedida, nos encontramos otra vez, y me hace sonreír, porque este "nuevo" lugar que tiene no sólo es el suyo, sino que además se siente bonito.